Categoría: Cultura

  • Las mejores novelas históricas sobre Castilla

    Las mejores novelas históricas sobre Castilla

    ¡Castellanos y amantes de la historia! Hoy os invito a un viaje épico a través de las páginas de novelas que capturan la esencia y grandeza de Castilla. Estas obras maestras no solo narran eventos históricos, sino que también nos sumergen en las pasiones, intrigas y hazañas que forjaron nuestra identidad. A continuación, os presento una selección de las mejores novelas históricas ambientadas en nuestra amada tierra castellana:

    El enigma del códice Bardulia
    De 2011, esta novela nos presenta a Gonzalo, un médico que descubre un misterioso manuscrito vinculado a los orígenes de Castilla. Una trama llena de intriga y misterio que nos sumerge en las raíces de nuestra tierra.

    El último caballero pardo
    Publicada en 2009, narra la vida de Miguel Domínguez, desde su adiestramiento militar en su juventud hasta sus aventuras en la frontera castellana. Una historia de crecimiento personal y valentía en tiempos de guerra.

    El esclavo de Almanzor
    Esta obra de 2002 sigue la vida de Beltrán, un joven capturado durante una razzia musulmana y llevado a Al-Ándalus como esclavo. Una odisea de supervivencia y búsqueda de libertad en un mundo hostil.

    El cantar de Arriaga
    De 2001, esta novela se ambienta en el siglo X, narrando la unión de Álava con una incipiente Castilla. Una epopeya que refleja la mezcla de culturas y el nacimiento del romance castellano.

    El Condestable de Castilla
    Escrita por Manuel Torrijos en 1858, esta obra se centra en la figura de Pedro Fernández de Velasco, uno de los hombres más poderosos de su tiempo. Una narrativa que combina romance, traición y venganza en la Castilla medieval.

    El doncel de don Enrique el Doliente
    Publicada en 1834 por Mariano José de Larra, esta novela romántica se sitúa durante el reinado de Enrique III de Castilla. Una trama caballeresca que explora el amor prohibido y las intrigas cortesanas.

    La edad imperfecta
    De 2021, Agustín Alonso G. recrea la vida del poeta y soldado Garcilaso de la Vega, sumergiéndonos en el Valladolid de 1517 y en los conflictos de la corte de Carlos V. Una obra que combina arte, política y pasión.

    Reina de sangre
    En esta novela de 2024, Javier Más nos lleva al año 1367 en Nájera, Castilla, donde la ambición desata una feroz lucha por el trono entre Enrique de Trastámara y su hermanastro Pedro el Cruel. Una historia llena de intrigas, poder y mujeres de armas tomar.

    La Leyenda de la Mora Encantada
    Escrita por Tolmarher en 2002, esta novela nos transporta al corazón de la Reconquista. En la Sierra de Altomira, la Fortaleza de Zorita se convierte en escenario de amores prohibidos y enfrentamientos culturales entre cristianos y musulmanes. Una historia que entrelaza pasión y honor en tiempos convulsos.

    Vikingo y Almogávar
    Publicada en 2019 por Tolmarher, esta obra sigue las aventuras de Torstein, un caballero vikingo que, en el siglo XIII, se une a almogávares en tierras de Castilla y Al-Ándalus. Una mezcla vibrante de culturas y batallas que refleja la riqueza histórica de Castilla que ha atrapado a miles de lectores de Kindle.

     

    Reflexión Final
    Estas novelas no solo entretienen, sino que también nos permiten revivir momentos cruciales de nuestra historia, comprendiendo mejor las raíces y valores que han forjado la identidad castellana. Castilla no es solo un territorio, sino un espíritu indomable que ha marcado la historia de España y del mundo. A través de estas obras podemos experimentar el orgullo de nuestros ancestros, el sacrificio de los guerreros que defendieron la tierra y la tenacidad de un pueblo que, a lo largo de los siglos, ha sabido sobreponerse a las adversidades.

    Cada una de estas novelas nos ofrece una visión única de Castilla, desde sus albores hasta sus momentos de mayor esplendor. Son un testimonio vivo de nuestra historia, una puerta abierta a la comprensión de lo que significa ser castellano. Sumérgete en estas apasionantes lecturas y deja que el alma castellana inspire tu corazón y tu mente. ¡Larga vida a Castilla!

  • La indisoluble unión de Castilla: Un legado que debe perdurar

    La indisoluble unión de Castilla: Un legado que debe perdurar

    En el vasto tapiz de la historia de España, pocas regiones han dejado una huella tan profunda y duradera como Castilla. Desde sus orígenes medievales hasta su influencia global en el Nuevo Mundo, Castilla ha sido el corazón palpitante de una identidad que trasciende fronteras y épocas. Sin embargo, en los últimos siglos, esta rica herencia ha enfrentado desafíos significativos, especialmente tras la Guerra de Sucesión Española, que marcó el inicio de una era borbónica que, en muchos aspectos, desvinculó a Castilla de su glorioso pasado. Es imperativo, en el contexto actual, reivindicar y fortalecer el hermanamiento indisoluble entre Castilla y sus territorios históricos, incluyendo los antiguos dominios del Reino de León y las vastas posesiones en América que, antes de la formación de España, pertenecieron a la Corona de Castilla.

    Castilla: El núcleo de una corona histórica

    Castilla no es solo una región geográfica; es el símbolo de una unidad política y cultural que ha forjado la historia de la península ibérica. La Corona de Castilla, una de las principales entidades políticas de la Edad Media y Moderna, abarcaba no solo Castilla y León, sino también otros territorios que, juntos, conformaron una potencia que expandió su influencia más allá del Atlántico. Este legado se refleja en la lengua, las tradiciones y las estructuras administrativas que aún perduran en diversas regiones.

    El Reino de León y su herencia común

    El Reino de León, al unirse con Castilla, no solo expandió sus fronteras territoriales, sino que también enriqueció su patrimonio cultural y administrativo. La fusión de estos reinos permitió la creación de una identidad común que ha perdurado a lo largo de los siglos. Esta unidad histórica es un pilar fundamental para comprender la cohesión interna de Castilla y su capacidad para integrar diversas regiones bajo un mismo estandarte.

    La Guerra de Sucesión Española: Un punto de inflexión

    La Guerra de Sucesión Española (1701-1714) no solo fue un conflicto dinástico, sino también un momento decisivo que redefinió el destino de Castilla y sus territorios. Con la victoria de los Borbones, se instauró una nueva dinastía que, en su afán por centralizar el poder, comenzó a distanciarse de las tradiciones y estructuras que habían caracterizado a la Corona de Castilla. Este cambio de paradigma no solo afectó la nomenclatura y las instituciones, sino que también debilitó los lazos que unían a Castilla con sus antiguas posesiones.

    La pérdida de la identidad castellana

    La adopción del nombre «España» por parte de la monarquía borbónica representó un alejamiento de la identidad específica de Castilla. Este cambio no solo tuvo implicaciones simbólicas, sino que también afectó la administración y la representación de los territorios históricos. Al abandonar el nombre de la Corona de Castilla, se perdió una parte esencial de la identidad que había consolidado el poder y la cohesión interna de la región durante siglos.

    Los territorios americanos: Herencia Castellana y su reconocimiento

    Antes de la formación de España como nación unificada, los territorios americanos estaban bajo la égida de la Corona de Castilla. Desde México hasta Perú, estas regiones fueron administradas y culturalmente influenciadas por Castilla, lo que dejó una huella imborrable en su desarrollo. Reconocer esta conexión histórica es fundamental para entender la verdadera magnitud del legado castellanista en el continente americano.

    La influencia cultural y administrativa

    La lengua, la arquitectura, las instituciones y las tradiciones de numerosos países americanos son testimonio de la profunda influencia de la Corona de Castilla. Este legado no debe ser ignorado ni diluido por narrativas posteriores que intentan homogenizar la identidad ibérica bajo el término «España». Rescatar y valorar esta herencia es crucial para fortalecer los lazos históricos y culturales que aún persisten.

    Castilla Hoy: Un llamado a la unidad y la identidad

    En la España contemporánea, es esencial reconocer y valorar la contribución histórica de Castilla a la identidad nacional. La unión indisoluble entre Castilla y sus territorios históricos no solo es una cuestión de orgullo, sino también una necesidad para preservar la riqueza cultural y administrativa que ha caracterizado a esta región durante siglos.

    Reivindicación de la identidad Castellana

    Reforzar la identidad castellana implica promover el conocimiento y el respeto por su historia, sus tradiciones y su legado. Esto no solo enriquece la diversidad cultural de España, sino que también fortalece el sentido de pertenencia y cohesión social. La educación, los medios de comunicación y las políticas culturales deben alinearse para resaltar la importancia de Castilla en el marco nacional.

    Fortalecimiento de los lazos históricos

    Para mantener el hermanamiento indisoluble entre Castilla y sus antiguos territorios, es necesario fomentar iniciativas que promuevan el intercambio cultural, económico y político. La colaboración con las regiones que formaron parte de la Corona de Castilla, así como con los países americanos que comparten esta herencia, puede revitalizar los vínculos históricos y generar beneficios mutuos.

    La Falsa Bórbónica: Un obstáculo a superar

    La hegemonía borbónica, instaurada tras la Guerra de Sucesión, ha intentado homogenizar la identidad ibérica, minimizando la singularidad y el valor de la Corona de Castilla. Esta estrategia no solo ha diluido la riqueza cultural de Castilla, sino que también ha generado tensiones y divisiones internas que podrían evitarse mediante un reconocimiento más profundo de la historia y las tradiciones castellanistas.

    La necesidad de una revisión histórica

    Es imperativo revisar y reinterpretar la historia desde una perspectiva que reconozca y valore la contribución de la Corona de Castilla. Esto implica cuestionar las narrativas hegemónicas que han privilegiado la centralización borbónica en detrimento de las identidades regionales. Solo a través de una revisión equilibrada se puede restaurar la dignidad y el prestigio de Castilla en el imaginario nacional.

    Conclusión: Hacia una España plena de su legado Castellano

    La unión indisoluble entre Castilla y sus territorios históricos es más que una reivindicación del pasado; es una apuesta por un futuro donde la riqueza cultural y administrativa de Castilla sea reconocida y valorizada. En un mundo globalizado, donde las identidades locales son cada vez más importantes, reafirmar el papel central de Castilla en la historia y la actualidad de España es fundamental para construir una nación más cohesiva y orgullosa de su legado.

    Invito a todos los castellanos y a los amantes de la historia a reflexionar sobre la importancia de mantener y fortalecer estos lazos históricos. Reconocer y honrar la herencia de la Corona de Castilla no solo enriquece nuestra identidad nacional, sino que también nos permite avanzar con una mayor comprensión y respeto por nuestras raíces. La historia de Castilla es una historia de unidad, resiliencia y grandeza que merece perdurar indisoluble a través de los tiempos.

  • Los comuneros, del poeta Luis López Álvarez

    Los comuneros, del poeta Luis López Álvarez

    16Este es el poema que cerraba el largo poema épico Los comuneros, del poeta Luis López Álvarez. A finales de los 60, el grupo castellano Nuevo Mester de Juglaría adaptó parte del libro con melodías tradicionales en su disco Los comuneros; también en ese disco cerraba este fragmento del poema, que se convirtió en el himno regionalista castellano, y que ellos llamaron:

    Castilla,

    canto de esperanza

    1521

    y en Abril para más señas,

    en Villalar ajustician

    a quienes justicia pidieran.

    ¡Malditos sean aquellos

    que firmaron la sentencia!

    ¡Malditos todos aquellos

    los que ajusticiar quisieran

    al que luchó por el pueblo

    y perdió tan justa guerra!

    Desde entonces, ya Castilla

    no se ha vuelto a levantar

    ¡ay, ay!

    no se ha vuelto a levantar

    en manos de rey bastardo

    o de regente falaz,

    ¡ay, ay!

    o de regente falaz,

    siempre añorando una junta

    o esperando un capitán

    ¡ay, ay!

    o esperando un capitán.

    Quién sabe si las cigüeñas

    han de volver por San Blas,

    si las heladas de Marzo

    los brotes se han de llevar,

    si las llamas comuneras

    otra vez repicarán:

    cuanto más vieja la yesca,

    más fácil se prenderá,

    cuanto más vieja la yesca

    y más duro el pedernal:

    si los pinares ardieron,

    ¡aún nos queda el encinar!

  • La gran conspiración contra Castilla: ¿quién teme al corazón espiritual de España?

    La gran conspiración contra Castilla: ¿quién teme al corazón espiritual de España?

    1. Castilla en la forja de la identidad española

    1.1. Los inicios de Castilla como motor cultural y político

    Para entender por qué Castilla se ha considerado durante siglos el corazón espiritual de España, es esencial remontarse al surgimiento de los primeros condados castellanos en el contexto de la Reconquista. Castilla, nacida como un pequeño condado en la frontera oriental del Reino de León, logró labrarse un papel protagónico gracias a una serie de condes y monarcas que impulsaron la expansión de sus dominios y, con ella, la ideología de una España unificada bajo la fe católica.

    En la Alta Edad Media, la “ideología de frontera” acuñada por los primeros condes castellanos marcó el carácter aguerrido, austero y religioso de esta región. Nombres como Fernán González, mito fundador del condado, aunaron un fuerte sentido de independencia con un espíritu militar que llevaría a Castilla a convertirse en cabeza de la futura Corona. Por tanto, el origen de Castilla no solo fue bélico y expansionista, sino también cultural, pues desde temprano estableció lazos literarios y lingüísticos que darían forma al futuro castellano—la lengua que acabaría imponiéndose en la Península y se convertiría, con el tiempo, en uno de los principales idiomas del mundo.

    Esta temprana hegemonía cultural de Castilla se vio reforzada por los monasterios y centros de estudio que proliferaron en su territorio. Ejemplo de ello es el scriptorium del Monasterio de Silos y otros focos monacales, que copiaban y promovían la literatura, la liturgia y, en definitiva, la cultura cristiana. Allí se crearon obras fundacionales de la lengua castellana y se transmitieron valores religiosos y morales que más tarde se exportarían con la Conquista de América.

    1.2. La unificación bajo los Reyes Católicos

    El papel de Castilla como núcleo vertebrador se consolidó con la unión dinástica de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón a finales del siglo XV. Aunque en lo formal se trataba de una confederación de reinos, en la práctica fue la Corona de Castilla la que aportó la mayor parte del caudal económico y demográfico. El matrimonio de los Reyes Católicos se basaba en la integración mutua de ambos reinos, pero la estructura profunda del poder y de los recursos descansaba, principalmente, en Castilla.

    Isabel la Católica, figura mítica y líder espiritual, impulsó la reforma de la Iglesia en sus reinos y promovió la evangelización. Bajo su mandato, se inició la expansión hacia el Atlántico con la empresa de Cristóbal Colón, financiada en su mayoría por la Corona de Castilla. De esta forma, la conquista y la evangelización del Nuevo Mundo se harían en lengua castellana, acompañadas de la impronta religiosa y cultural característica de Castilla. Este hito fundacional de la Monarquía Hispánica expandió la fe católica por gran parte del globo, afianzando la imagen de Castilla como “motor de la cristiandad” y pilar esencial de la expansión europea.


    2. La Guerra de las Comunidades y la represión contra Castilla

    2.1. Contexto y causas del conflicto

    Tras la muerte de Isabel I en 1504, y posteriormente la de Fernando el Católico en 1516, el joven Carlos I heredó la Corona castellana y aragonesa, además de aspirar a convertirse en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. El anhelo de Carlos—nacido y criado en Flandes—de financiar su candidatura para ser Emperador chocó con un sentimiento creciente de malestar en Castilla. La nobleza castellana se había sentido tradicionalmente relegada con la llegada de un rey extranjero, y las clases urbanas percibían un progresivo aumento de impuestos para sostener las ambiciones imperiales de Carlos.

    En 1520, este descontento cuajó en el levantamiento de las Comunidades, encabezado por ciudades como Toledo, Segovia o Salamanca. En esencia, la guerra de las Comunidades representó la pugna entre los intereses de una Castilla que reclamaba autonomía y respeto a sus fueros, frente a un monarca cuyos proyectos políticos iban más allá de la Península Ibérica. Este conflicto, si bien no se prolongó demasiado en el tiempo—apenas unos dos años—, dejó una huella imborrable en la memoria colectiva de Castilla: la idea de que las aspiraciones castellanas habían sido aplastadas por el poder real con la ayuda de otras regiones y facciones leales a Carlos.

    2.2. Consecuencias políticas y económicas

    La represión posterior a la derrota de los comuneros dio lugar a una reestructuración profunda en el seno de la Corona. Castilla, que había sido el pilar económico del reino, pasó a estar sometida a una presión fiscal elevada para sostener la política exterior del Emperador. Los recursos castellanos se canalizaron hacia guerras en Europa—contra Francia, el Imperio Otomano, los príncipes protestantes alemanes—y la gestión de un Imperio que se extendía por el centro de Europa e Italia.

    El sometimiento de Castilla no solo fue económico, sino también moral: la ejecución de líderes comuneros como Padilla, Bravo y Maldonado sembró el terror y desincentivó cualquier otra insurrección. Desde entonces, se acusa a la Monarquía de los Austrias, con Carlos I a la cabeza, de haber reducido a Castilla a una suerte de “colonia interna”, explotando sus recursos humanos y materiales para fines imperiales que poco revertían en mejoras para las provincias castellanas. Así, se puede afirmar que, a partir de la Guerra de las Comunidades, comienza una sistemática marginación de Castilla, cuyo papel central se vería progresivamente mermado.


    3. Castilla bajo los Austrias y su rol en la evangelización

    3.1. La gran expansión transatlántica

    Pese a la represión poscomunera, la Corona de Castilla siguió siendo el instrumento clave para la expansión ultramarina. El Consejo de Indias y la Casa de Contratación, radicados en Sevilla, centralizaron el comercio y la administración de los territorios americanos, que formalmente dependían de la Corona castellana. Así, los bienes y riquezas que llegaban del Nuevo Mundo nutrían tanto la hacienda real como el mercado interno de Castilla.

    En este escenario, misioneros y frailes castellanos—franciscanos, dominicos, mercedarios y, más tarde, jesuitas—lideraron la labor evangelizadora en el continente americano. Desde el punto de vista cultural, se exportó la lengua castellana como vehículo de transmisión del cristianismo y, a su vez, como medio de integración entre los pueblos indígenas y la nueva administración colonial. La figura de fray Bartolomé de las Casas ilustra la vocación evangélica castellana, con su defensa de los derechos de los indígenas y su aspiración de un reino cristiano verdaderamente universal.

    3.2. Valores universales heredados de la reina Isabel

    La Reina Isabel la Católica legó una visión misionera y reformista que impregnó la expansión castellana en América. Su testamento, con claras referencias a la evangelización y al trato respetuoso con los indígenas, se convirtió en una especie de guía moral para muchos conquistadores y religiosos castellanos. Bajo su influjo, y durante gran parte del reinado de los Austrias, se desarrolló la llamada “Escuela de Salamanca”, donde teólogos y juristas—Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, entre otros—reflexionaron sobre los derechos humanos, la legitimidad de la Conquista y la dignidad de los pueblos nativos.

    De esta manera, Castilla no solo exportaba una fe y un idioma, sino también una corriente de pensamiento que—con sus luces y sombras—sentó precedentes en materia de legislación internacional y de la concepción de la dignidad humana. Así, la dimensión espiritual de Castilla trascendía lo puramente político, erigiéndose en referente moral y religioso para buena parte del orbe católico de la época.


    4. La Guerra de Sucesión: el alzamiento de los Borbones

    4.1. El conflicto sucesorio entre Austrias y Borbones

    A la muerte de Carlos II, último rey de la dinastía de los Austrias, se desató una crisis sucesoria que dividió a Europa. El testamento de Carlos II nombraba heredero al duque de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, que reinaría como Felipe V. Sin embargo, la coalición liderada por Austria, Inglaterra y Holanda se oponía a que un Borbón pudiera sentarse en el trono de España, temiendo la hegemonía francesa.

    En el interior de la Monarquía Hispánica, se produjo una división territorial: la Corona de Aragón, recelosa de la centralización borbónica, se inclinó mayoritariamente por el Archiduque Carlos de Austria, mientras que gran parte de Castilla—fiel a la línea del testamento—respaldó a Felipe de Anjou. Con sus ejércitos y recursos, Castilla fue fundamental para el triunfo de los Borbones en la Guerra de Sucesión (1701-1714).

    4.2. El papel de Castilla en la victoria borbónica

    El apoyo militar y financiero de Castilla a Felipe V fue decisivo. Mientras la Corona de Aragón quedó devastada en la parte final del conflicto, la cohesión de las tropas castellanas sostuvo la causa borbónica. Se argumenta que sin la fidelidad de las villas y ciudades castellanas, Felipe V difícilmente hubiese podido imponerse. Paradójicamente, la victoria de los Borbones supuso, más adelante, la implantación de los Decretos de Nueva Planta (1716), que reorganizaron la administración en los antiguos territorios de la Corona de Aragón, desmantelando sus fueros e instituciones particulares.

    Para Castilla, aquellos decretos no trajeron beneficios significativos a largo plazo. Si bien formalmente se consolidó un Estado más centralizado, se mantuvo la dependencia fiscal de las provincias castellanas, cuyo esfuerzo bélico durante la Guerra de Sucesión había sido enorme. De nuevo, se vislumbra la dinámica histórica por la cual Castilla pone la base material y humana para sostener la Monarquía, pero los beneficios se distribuyen de forma desigual. Esto contribuiría, con el paso de los siglos, a la sensación de agravio y de desmantelamiento de la identidad castellana.


    5. La identidad castellana en la era contemporánea

    5.1. Del Antiguo Régimen a la Transición

    La centuria que va de finales del siglo XVIII a comienzos del siglo XX vio surgir en España un intenso proceso de cambios: la invasión napoleónica, las guerras carlistas, las revoluciones liberales y la posterior restauración borbónica configuraron un escenario complejo. En muchos de estos eventos, Castilla siguió aportando tropas, recursos y un fuerte sentimiento de hispanidad en momentos críticos para la unidad nacional. Sin embargo, la progresiva industrialización—sobre todo en regiones como Cataluña o País Vasco—y la migración campo-ciudad comenzaron a desdibujar los equilibrios regionales.

    Hacia finales del siglo XIX y principios del XX, el regeneracionismo de Joaquín Costa y otros intelectuales clamaba por “despellejar” el caciquismo y la corrupción que corroía a España, al tiempo que demandaba una modernización social y económica. Pese a su centralidad cultural, Castilla se enfrentaba a un estancamiento agrario, a la pérdida de población y a una infraestructuración en comparación con otras zonas que empezaban a despegar.

    Tras la Guerra Civil (1936-1939) y el posterior régimen franquista, se reconfiguró el mapa político. Aunque el discurso oficial exaltaba la “españolidad” con un tinte que recordaba el espíritu castellano, en la práctica no se articularon políticas destinadas a revitalizar Castilla. La preferencia por el desarrollo industrial en zonas concretas, como Vizcaya, Barcelona o Madrid capital—en detrimento de la meseta y las regiones castellanas—acentuó la despoblación y el olvido de muchas provincias tradicionalmente vinculadas a la identidad castellana.

    5.2. La Transición y la “desarticulación” de Castilla

    Con la muerte de Franco en 1975 y el inicio de la Transición, se planteó una reorganización territorial del Estado que derivó, finalmente, en la Constitución de 1978 y el Estado de las Autonomías. Pese a que Castilla contaba con una enorme extensión territorial y con rasgos culturales e históricos que la unificaban—incluidos ciertos vínculos con regiones como La Rioja o Álava—, se optó por trocear la histórica Castilla en varias comunidades autónomas. Esto incluyó:

    • La creación de la comunidad de Castilla y León, que unificaba territorios de la antigua Corona de Castilla, pero dejaba fuera a La Rioja y a buena parte de lo que hoy es el País Vasco.
    • El surgimiento de Castilla-La Mancha, donde algunas provincias tuvieron afinidad histórica con Toledo, pero dejando dudas sobre la integración de Guadalajara, Cuenca o Albacete.
    • La inclusión de provincias con fuerte identidad castellana dentro de regiones con otros proyectos identitarios, como es el caso de Álava en la Comunidad Autónoma del País Vasco.

    Desde la perspectiva que defiende la importancia de Castilla como corazón espiritual de la nación, esta partición supuso un golpe directo a la vertebración histórica del país. A juicio de muchos defensores de la identidad castellana, se fragmentó deliberadamente un territorio que, si hubiese permanecido unido, habría recuperado su histórica preponderancia y su vocación evangelizadora y cristianizadora.


    6. El menosprecio económico y cultural de las provincias castellanas

    6.1. La brecha de desarrollo

    La industrialización en España, que se aceleró durante el siglo XX y parte del XXI, no favoreció por igual a todas las regiones. Sectores como el siderúrgico, el metalúrgico y el textil se concentraron en el País Vasco, Cataluña y, en menor medida, en Madrid, mientras que la Meseta Castellana quedó rezagada. Provincias como Soria, Zamora, Ávila o Cuenca presentan los índices de población más bajos de toda España y experimentan un envejecimiento acelerado.

    Los planes de infraestructuras tampoco han priorizado la vertebración de las zonas rurales de Castilla y su conexión con grandes centros de consumo. Existen tramos ferroviarios obsoletos, carreteras insuficientes y—en términos de inversión pública—un agravio comparativo respecto a otras comunidades autónomas con mayor peso demográfico o capacidad de presión política.

    6.2. El intento de “borrado” de la identidad castellana

    Desde la óptica de ciertos movimientos castellanistas, este rezago no es fruto de la casualidad, sino de una estrategia deliberada para evitar que Castilla recupere su papel central y, con ello, su capacidad de influir en la política nacional. Dichos movimientos argumentan que, tras la Transición, la asignación de competencias y la financiación autonómica se ha diseñado de modo que las regiones con mayor peso económico y poblacional se benefician en detrimento de aquellas donde la población es más dispersa y el tejido industrial más débil.

    A nivel cultural, se lamenta un silenciamiento de la historia castellana en los planes de estudio, que priorizan narrativas regionalistas en detrimento de una visión más amplia de la historia de España. Por ejemplo, apenas se destaca el papel de Castilla en la conformación del castellano como lengua global; se abordan muy superficialmente la Guerra de las Comunidades y la repercusión que tuvo para la identidad nacional; y tampoco se profundiza demasiado en la relevancia de los valores transmitidos por Isabel la Católica a la hora de concebir el Imperio Español.


    7. Los valores espirituales y cristianizadores: herencia viva

    7.1. Castilla como baluarte de la fe católica

    Históricamente, Castilla ha encarnado la defensa y la propagación de la fe católica dentro y fuera de la Península Ibérica. Desde la Reconquista contra el islam hasta la evangelización de América, existe un continuo histórico que remarca el carácter misional de la identidad castellana. Los monasterios, las catedrales y los caminos de peregrinación—en especial, el Camino de Santiago—fueron y son todavía referentes de un cristianismo arraigado en el corazón mismo de la Península.

    Las órdenes religiosas con fuerte arraigo en Castilla (franciscanos, dominicos, carmelitas descalzos, etc.) han marcado la historia de la Iglesia y han llevado la luz del Evangelio a remotos lugares del planeta. Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz o Santo Domingo de Guzmán encarnan este legado místico y teológico que arraigó en tierras castellanas y luego floreció en toda la Cristiandad.

    7.2. La universalidad del mensaje castellano

    La universalidad que se asocia a Castilla parte, por un lado, de la expansión lingüística del castellano y, por otro, de la cosmovisión católica. Ambos elementos se fusionaron en el contexto de la Monarquía Hispánica de los siglos XVI y XVII, cuando la misión de evangelizar América, Asia y África se consideraba un deber imperativo.

    La labor evangelizadora no se redujo simplemente a impartir la doctrina, sino que también supuso la creación de escuelas, universidades y obras de asistencia social que, en muchos casos, siguen funcionando en diversos países de América Latina. Este legado cultural y educativo se mantiene vivo hasta hoy y, a pesar de la secularización, subsisten importantes lazos espirituales que vinculan a Castilla con América, evocando el pasado común marcado por la fe y la cultura compartidas.


    8. Reflexiones finales: ¿por qué se teme el resurgir de Castilla?

    8.1. El mito de la amenaza castellanista

    A lo largo de la historia, cada vez que Castilla ha recuperado conciencia de su relevancia y ha tratado de reivindicar su papel, se ha despertado un recelo en otros territorios que temen una recentralización o una supuesta imposición cultural. Así ocurrió en época de Carlos I, que vio las Comunidades como una amenaza a su proyecto imperial; así sucedió tras el surgimiento de los Borbones, cuando el orden político buscaba diluir resistencias locales y, de alguna forma, unificar a su conveniencia; y así se repitió durante la Transición, cuando la reconfiguración del mapa autonómico marginó las aspiraciones de un “Castilla unida”.

    Algunos sostienen que, en un contexto de tensiones territoriales y nacionalismos periféricos, la emergencia de un nacionalismo castellano fuerte se considera un peligro para la estabilidad de España. Por ello, se habría preferido mantener a Castilla fragmentada, sin instrumentos políticos que permitan la vertebración de un proyecto propio ni la reivindicación de su historia.

    8.2. La persistencia cultural y la esperanza de un reconocimiento

    Pese a los intentos de “borrado” o de marginación, la identidad castellana pervive en sus costumbres, en su historia, en su patrimonio artístico y en su legado religioso. Desde las Catedrales góticas—Burgos, Toledo, León, Segovia—hasta la narrativa literaria que nació en el Mester de Clerecía, la impronta de Castilla en la cultura universal es incontestable.

    En la actualidad, el desafío pasa por reconocer ese legado sin caer en la mera nostalgia. Hay quienes abogan por un replanteamiento del modelo autonómico que devuelva a Castilla la consistencia territorial e identitaria que tuvo en el pasado, fomentando proyectos de desarrollo rural, promoción cultural y defensa de la lengua y la historia comunes. Asimismo, la revitalización de la fe y de la tradición cristianizadora podría encajar en un proyecto de revalorización de la espiritualidad hispana y de su vinculación con Iberoamérica.


    9. Conclusión

    La historia de Castilla es, en muchos sentidos, la historia de España. Desde su gestación como condado en la frontera oriental leonesa, pasando por la decisiva unión dinástica de Isabel y Fernando, la resistencia comunera frente a Carlos I, el papel crucial en la evangelización del Nuevo Mundo y en la implantación de los valores universales que hunden sus raíces en la tradición católica, hasta su apoyo decisivo en la Guerra de Sucesión. Todo ello ha configurado a Castilla como el eje vertebrador y el corazón espiritual de una España que, no pocas veces, ha tratado de minimizarla.

    Esta minimización se ha reflejado en la marginación económica, con provincias sumidas en la despoblación y con escasas inversiones, así como en la partición territorial durante la Transición, que separó regiones históricamente castellanas y las unió a otras comunidades. Lejos de ser un hecho puntual, la historia muestra repetidamente intentos de someter y fragmentar a Castilla para evitar que emerja como potencia espiritual y cultural, capaz de cimentar de nuevo un proyecto de unidad basado en la fe cristiana.

    No obstante, la pervivencia de su legado religioso, su lengua y su cultura testifica la fuerza de un espíritu que se ha negado a ser anulado. Las grandes corrientes de pensamiento, la mística carmelitana, la literatura de Cervantes, la piedad popular de la Semana Santa castellana o la monumentalidad de sus ciudades siguen siendo referentes indiscutibles. Castilla, en su vocación universal, llevó la fe católica y la lengua castellana a tierras remotas, encarnando un papel civilizador y evangelizador que marcó la historia de medio mundo.

    Es precisamente esa vocación universal y evangelizadora la que subyace al temor de quienes han buscado, a lo largo de los siglos, debilitar a Castilla. Temen la reaparición de un núcleo fuerte, con conciencia de su pasado y con capacidad de irradiar un mensaje espiritual potente. De ahí la reiterada fragmentación y el agravio económico que, una y otra vez, se han cernido sobre la meseta castellana.

    Sin embargo, la memoria histórica, la vitalidad cultural y el arraigo de la tradición religiosa siguen vivos. En el corazón de España—en sus ermitas y caminos, en sus pueblos y ciudades—resuena todavía ese aliento de grandeza que llevó a Castilla a encontrarse a sí misma en su fe y a compartirla con el mundo. Quizá sea solo cuestión de tiempo que la conciencia de este legado emerja de nuevo y que Castilla, sin imposiciones, recupere su auténtico lugar como corazón espiritual de España.

    El debate, por supuesto, está abierto. Hay quien discrepa de la visión de una Castilla intencionadamente marginada; hay quienes subrayan que la modernización del Estado requería una reconfiguración territorial, o quienes defienden el modelo autonómico actual como el mejor modo de gestionar la diversidad de España. Pero la huella castellanista y su impronta en la formación de la hispanidad son innegables. Basta con contemplar el mapa de la lengua castellana en el mundo—hablada por casi 600 millones de personas—para comprender que es la seña más palpable de la universalidad hispánica, forjada y transmitida por Castilla.

    Hoy, cuando España encara desafíos globales y tensiones internas, el recuerdo de la unidad que forjó Castilla en torno a la fe, la lengua y la monarquía puede servir de inspiración para reimaginar un proyecto común. Reconocer y honrar la tradición castellana no significa anular otras identidades de la Península, sino comprender las raíces compartidas y el hilo conductor que, a lo largo de los siglos, ha defendido valores espirituales, morales y culturales que trascienden fronteras regionales.

    En definitiva, la tesis de que Castilla ha sido—y en buena medida sigue siendo—el corazón espiritual de España se sustenta en sólidos fundamentos históricos y culturales: su papel central en la Reconquista, la unión de los Reyes Católicos, la Guerra de las Comunidades contra Carlos I, la evangelización del Nuevo Mundo y la aportación de valores universales. A pesar de los repetidos intentos de fragmentación y borrado, pervive la conciencia de una identidad castellanista que anhela recuperar, de un modo u otro, su lugar preeminente. Y es posible que, en un futuro, con las circunstancias adecuadas y el impulso de esa memoria histórica, Castilla vuelva a florecer, no para imponer, sino para compartir y difundir un mensaje espiritual y cultural que ha conformado la historia y la esencia de España desde hace casi un milenio.

  • El idioma actual tagalo de Filipinas y el Castellano

    El idioma actual tagalo de Filipinas y el Castellano

    El idioma castellano comenzó a predominar sobre las muchas lenguas nativas de Filipinas a partir de 1565, fecha en que la expedición de Miguel López de Legazpi y Andrés de Urdaneta, procedente de la Nueva España (hoy México), llega a Cebú y funda el primer asentamiento castellano en el archipiélago.

    Al principio, el aprendizaje del castellano era opcional, no obligatorio. Como en algunos lugares de América, los misioneros predicaron el catolicismo a los nativos en lenguas locales. En 1593 se fundó la primera imprenta local. En 1595 se establece la primera institución académica del país, el Colegio de San Ildefonso, fundado por los jesuitas en Cebú y que más tarde se convertiría en la Universidad de San Carlos. En Manila se funda la Universidad de Santo Tomás por los dominicos en 1611. Ambas universidades se disputan el reconocimiento de universidad más antigua de Asia.

    En 1863, la reina Isabel II de España decreta la creación de un sistema escolar público en todos los territorios castellanos. Esto da lugar a la creación de escuelas públicas con enseñanza en castellano en la mayoría de pueblos y ciudades de Filipinas. A principios del siglo XX, el castellano se mantiene como la lengua franca del país y el idioma de la educación, prensa, comercio, política y justicia.

    En Manila, el castellano se había generalizado hasta estimarse alrededor del 50 % la población de la capital con capacidad para comunicarse en castellano a finales del siglo XIX.​ En 1898, se calcula que alrededor del 15 o 20 % de la población del archipiélago sabría hablar castellano. Unos años antes el porcentaje sería bastante menor, siendo en 1870 en torno al 2 o 3 % según datos del estadista Agustín de la Cavada y Méndez de Vigo. Incluso después de la ocupación norteamericana y la introducción del inglés como lengua de instrucción en colegios públicos, y a pesar de la muerte de un 15 % de toda la población filipina en la Guerra Filipino-estadounidense, la gran mayoría de ellos instruidos subversivos y antiguos militares – y, por tanto, seguramente en su mayoría capaces de hablar en castellano – sigue predominando en las principales ciudades como vehículo principal de comunicación entre filipinos, hasta por lo menos, la segunda década del siglo XX, cuando se prohíbe la educación en otra lengua que no sea inglés.

    El idioma oficial de todos los tribunales y sus registros será el castellano hasta el 1 de enero de 1913. Después de esa fecha, el inglés será el idioma oficial, pero en asuntos judiciales se podrá utilizar el idioma castellano, disponiéndose de intérpretes y en los casos en que todas las partes o abogados lo estipulen por escrito, las actuaciones se llevarán a cabo en castellano. ​Los argumentos eran claros:

    «… No se afirma la superioridad del idioma inglés a través de otros que poseen la Literatura y la Historia, con la excepción, tal vez, que cada vez es tan rápido que el lenguaje de los negocios del mundo, sobre todo en el Lejano Oriente, que los países líderes en el esfuerzo comercial y científico tienen casi universalmente hecho su estudio una parte de su sistema de escuelas públicas.

    Es el único lenguaje que era posible enseñar general en todo el Archipiélago. Desgraciadamente, la política de la soberanía anterior aquí no permitía la enseñanza general de la lengua castellanoa, por lo que era conocido por los comparativamente pocos. Puesto que la capacidad de utilizar un lenguaje común es uno de los elementos esenciales para la realización de las aspiraciones políticas del pueblo filipino, es importante ver hasta qué punto hemos avanzado en esta dirección…»

    Message of the Governor-General to the Third Philippine Legislature.

    El 31 de diciembre de 1916 se crea el Boletín Oficial (Official Gazette) que se publicará semanalmente y por separado, tanto en los idiomas castellano e inglés.​

    El predominio del castellano sobre el inglés se prolonga en un constante declive hasta aproximadamente el final de la Segunda Guerra Mundial. A partir de entonces, con ya dos generaciones educadas en inglés, el castellano pierde relevancia. Además, la destrucción del barrio de Intramuros y La Ermita por la aviación norteamericana durante la Batalla de Manila acaba con el principal núcleo de cultura hispánica y lengua castellanoa de Filipinas (unos 300.000 hispanohablantes tan sólo en Intramuros). Aunque haya algunas excepciones familiares y personales, se suele considerar a la generación nacida en la posguerra mundial (hasta 1950 aproximadamente) la última generación hispanoparlante, momento en el cual, tras la masacre de la fallida guerra de independencia, la represión lingüística y los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, la sociedad hispanohablante se considera diluida y no vuelve a haber relevo generacional hispanohablante.

    Actualmente, los filipinos hispanoparlantes plenamente competentes, al menos a nivel oral, no son monolingües de castellano y sólo en casos excepcionales tienen una edad inferior a los 55 años, por la no continuidad del relevo generacional en el uso del idioma.

    Hay aproximadamente 8.000 raíces castellanoas en tagalo, y alrededor de 6.000 raíces castellanoas en lenguas bisayas y otros dialectos filipinos. El sistema numérico en castellano, el calendario, el tiempo, etc., siguen siendo usados con leves modificaciones.

    Miles de palabras castellanoas se han preservado en tagalo y otras lenguas locales, tales como:

    • bapór (‘vapor’, barco),
    • baka, (‘vaca’),
    • kastilà se utilizaba para referirse a los castellanoes (castellanos) y a su idioma.
    • kuwarta (‘cuarta’),
    • pera (‘perra’ o ‘monedas’),
    • relós (‘reloj’, originalmente con el sonido francés de la j),
    • sabón, ‘jabón’ (la j se pronunciaba como el francés je),
    • baraha (‘baraja’, baraja de naipes),
    • lamesa/mesa (‘mesa’),
    • kaldereta (‘caldereta’, guiso de carne),
    • tinidór (‘tenedor’),
    • silya (‘silla’),
    • baso (‘vaso’),
    • bangkito (‘banqueta’ silla pequeña),

    El chabacano, también llamado zamboangueño (en la ciudad de Zamboanga) o chavacano, es una lengua criolla lexificada por el castellano de las Filipinas. El chabacano se concentraba en varias zonas muy concretas, de las que únicamente se mantiene con vitalidad en la ciudad de Zamboanga. Otras zonas donde se habló chabacano incluyen Isabela (Basilán) y partes de Dávao, en el sur, y en la isla norteña de Luzón, Ternate y otras partes de la Provincia de Cavite.

    A principios del siglo XVII el impresor tagalo Tomás Pinpin emprendió la tarea de escribir un libro en tagalo con caracteres latinos a fin de enseñar el castellano a los tagalos. Su libro, publicado por la prensa dominica donde él trabajaba, apareció en 1610, el mismo año en que el Padre Blancas de San José publicaba la primera Gramática del tagalo.

    El texto de Pinpin, por su parte, utilizaba el tagalo para disertar sobre el castellano. Con el libro, Pinpin fue el primer filipino nativo en ser escritor y publicista. Como tal, resulta instructivo cuando explica el interés que le animaba a traducir del tagalo a principios de la época virreinal. Pinpin elabora su traducción más bien eludiendo que no rechazando las normas de acentuación del idioma castellano.

  • Los Jueces de Castilla

    Los Jueces de Castilla

    Los jueces de Castilla son dos figuras legendarias del Condado de Castilla, que los castellanos eligieron como jueces propios para resolver sus pleitos, evitando así acudir a la corte leonesa. Los castellanos se resistían a concurrir a León para solucionar sus conflictos conforme al Liber Iudiciorum, debido a la lejanía de esta y la complejidad del texto.

    En el año 920, cuando era rey de Galicia (910–924) y León (914–924), Ordoño II sufrió la derrota de Valdejunquera. El monarca atribuyó el desastre a la negativa de los magnates castellanos de acompañarle en la guerra de Navarra y se propuso castigarlos con máximo rigor. Los cuatro condes más poderosos de la época eran Nuño Fernández, Fernando Ansúrez, Abolmondar Albo y su hijo Diego. Sabedor Ordoño de que los cuatro se hallaban reunidos en Burgos, los invitó a una conferencia en Tejares, a orillas del río Carrión, adonde acudieron sin desconfianza. Allí los tomó presos y los condujo a León, donde los ejecutó.

    Indignados los castellanos por esta acción y no pudiendo levantarse en armas acordaron proveer por sí mismos su gobierno, eligiendo entre los nobles dos magistrados, uno civil y otro militar, con el nombre de Jueces, para recordarles que su misión era de hacer justicia y no la de oprimir a los pueblos con su autoridad, o menoscabar su libertad.

    Estos jueces ejercieron su oficio basándose en los usos y costumbres de Castilla (juicio o fuero del albedrío) y sus sentencias se denominaron fazañas. Juzgaban a la manera de los visigodos y en esta forma de semirrepública se erigió Castilla hasta que se convirtió en un condado independiente.

    Los Dos primeros jueces

    Para este honroso cargo fueron nombrados en el año 842 los dos primeros jueces castellanos: Nuño Rasura y Laín Calvo, quienes según la tradición, crónicas y obras literarias posteriores (como el Poema de Fernán González) eran antepasados directos de Fernán González (en el caso de Rasura) y del Cid Campeador (en el de Calvo). Tal parentesco está apoyado únicamente en documentos literarios y no tiene aval histórico cierto.

    Et los Castellanos que vivían en las montañas de Castiella, faciales muy grave de yr à Leon porque era muy luengo, è el camino era luengo, è avian de yr por las montañas, è quando allà llegagan asoverviavan los Leoneses, è por esta raçon ordenaron dos omes buenos entre si los quales fueron estos Muño Rasuella, è Laín Calvo, è estos que aviniesen los pleytos porque non oviesen de yr à Leon, que ellos no podian poner Jueçes sin mandado del Rey de Leon. Et ese Muñyo Rasuella era natural de Catalueña, è Laín Calvo de Burgos, è usaron asi fasta el tiempo del Conde Ferrant Gonçalvez que fue nieto de Nuño Rasuella.

    Quema del Liber

    Tras la independencia del condado, en tiempos de Fernán González, y la subsecuente liberación de la autoridad leonesa, los castellanos quemaron los ejemplares del Liber Iudiciorum en Burgos y designaron alcaldes en las diversas comarcas para que juzgaran conforme al sistema del albedrío (juicio del albedrío).

    Bisjueces

    La tardía tradición sitúa el estrado de los dos famosos y primeros jueces castellanos, Laín Calvo y Nuño Rasura en el paraje de Fuente Zapata, en la localidad de Bisjueces en la Merindad de Castilla la Vieja.

    En la antigua iglesia de San Andrés de Cigüenza se lee este epitafio: «Hic jacet Nunius, Rasura, judex Castellanorum».

     

  • La dinastía borbónica y la desaparición de Castilla: el misterio oculto de España

    La dinastía borbónica y la desaparición de Castilla: el misterio oculto de España

    La dinastía borbónica y la desintegración de Castilla: un proyecto para construir España y borrar su identidad

    La historia de España está marcada por una serie de procesos políticos y sociales que han configurado la identidad del país tal y como la conocemos hoy. Uno de los más significativos fue la unificación de los reinos de Castilla y Aragón bajo la dinastía de los Borbones en el siglo XVIII. Sin embargo, esta unificación no fue un proceso neutral ni simplemente administrativo. Desde la llegada de los Borbones, se observa una clara intención de desintegrar la estructura e identidad política de Castilla, enterrando su legado e imponiendo una nueva narrativa nacional centrada en una visión homogénea de España que ha persistido hasta la actualidad.

    El contexto: los Austrias, los Borbones y la Guerra de Sucesión

    Para entender cómo y por qué los Borbones emprendieron este proceso de centralización, primero debemos retroceder al siglo XVII. Durante el reinado de los Austrias, los reinos de Castilla y Aragón mantenían sus propias leyes, fueros y estructuras de gobierno. Castilla era el reino predominante en términos de influencia económica y política, pero cada territorio conservaba su autonomía relativa. Con la llegada de Felipe V, primer monarca de la dinastía Borbónica, la Guerra de Sucesión (1701-1714) no solo se trató de una lucha por el trono, sino también de un conflicto que marcó la desaparición de la estructura política que sustentaba a Castilla como entidad autónoma.

    Tras la victoria en la guerra, Felipe V implantó los Decretos de Nueva Planta (1707-1716), un conjunto de leyes que, en esencia, abolieron las instituciones propias de la Corona de Aragón, pero, al mismo tiempo, integraron sus estructuras bajo un modelo centralizado que se inspiró en la Corona de Castilla. Aunque esto podría interpretarse como un triunfo de Castilla, en realidad significó la dilución de su identidad en favor de una noción más abstracta y centralizada de España, en la que la cultura y la identidad castellanas quedaban subsumidas y diluidas en una nueva estructura política. La intención era clara: Felipe V, siguiendo el modelo absolutista francés, pretendía construir un Estado centralizado y uniforme que eliminara cualquier vestigio de autonomía regional, pero, en el proceso, desintegró también la estructura que había dado forma a la Castilla histórica.

    De los comuneros a la dinastía borbónica: el intento de borrar a Castilla

    La rebelión de los comuneros en 1520-1521 fue un levantamiento significativo que buscaba defender las libertades y las instituciones castellanas frente a la centralización y el poder creciente de Carlos I. Este levantamiento fue reprimido brutalmente, y la Corona comenzó entonces a erosionar sistemáticamente las bases de lo que constituía la identidad política y social de Castilla. Con los Borbones, esta tendencia se acentuó. Los Decretos de Nueva Planta no solo desmantelaron las Cortes y las instituciones aragonesas; también impusieron un sistema político que neutralizaba cualquier forma de resistencia castellana y la convertía en parte de un nuevo Estado absolutista.

    A partir de entonces, Castilla dejó de ser un reino con entidad propia para convertirse en el núcleo administrativo del proyecto borbónico, una especie de «masa» homogénea que absorbía las diferencias regionales en favor de la centralización. Las instituciones castellanas que habían sobrevivido se transformaron en órganos al servicio del nuevo Estado español, dejando atrás cualquier atisbo de identidad independiente.

    La Transición y la continuidad de un proyecto borbónico

    Este proceso no se detuvo en los siglos XVIII y XIX. Durante la transición democrática en la década de 1970, la identidad castellana continuó siendo ignorada y subsumida en el proyecto nacional español. La Constitución de 1978 reconoció a diversas regiones y nacionalidades históricas, pero Castilla fue fragmentada en varias comunidades autónomas, como Castilla-La Mancha, Castilla y León, y Madrid. Este proceso fragmentó aún más la entidad histórica de Castilla y, al mismo tiempo, desdibujó su identidad y la convirtió en una serie de entidades políticas dispersas sin conexión histórica ni cultural clara.

    La Transición, en teoría, debía ser un proceso de descentralización y reconocimiento de identidades históricas, pero en la práctica, Castilla quedó relegada.

  • La Real provisión

    La Real provisión

    La Real Provisión en el Reino de Castilla: Un Instrumento Jurídico Fundamental

    La Real Provisión constituyó un pilar esencial en el entramado jurídico-administrativo del Reino de Castilla entre los siglos XIII y XVI. Este tipo de disposición, que navegaba en las aguas intermedias entre la ley y las cédulas reales, se destinaba a regular y proveer actos de gobernación y administración de notable importancia. Asimismo, se encargaba de resolver y reglamentar materias de orden público. Emitidas directamente por el rey o, en su defecto, por el Consejo de Castilla, las Órdenes Militares o las Chancillerías con el consentimiento del monarca, estas provisiones requerían de una publicidad máxima por parte de las autoridades para su entrada en vigor.

    En cuanto a su estructura y forma, las Reales Provisiones se asemejaban notablemente a las leyes. Poseían cláusulas, garantías y un grado de obligatoriedad comparables, por lo que frecuentemente eran consideradas como leyes en muchos contextos. No obstante, se diferenciaban de las leyes en su ámbito de aplicación, que era específico y no general. Además, mientras que las leyes requerían la voluntad explícita de las Cortes para su aprobación o, al menos, su no objeción, las provisiones se emitían sin ese requisito.

    La transformación de las Reales Provisiones hacia el absolutismo

    A finales del siglo XIV, las Reales Provisiones experimentaron una evolución significativa en su uso, consolidándose como el mecanismo preferido por la monarquía castellana para introducir nuevas normativas jurídicas. Este cambio se enmarca en un proceso de centralización del poder que caracterizó al periodo, marcando un distanciamiento notable respecto a los procedimientos legislativos tradicionales. La preferencia por las provisiones sobre otros instrumentos legales puede interpretarse como una manifestación del creciente carácter absolutista de la Corona, que buscaba afianzar su autoridad y limitar la participación de la nobleza en las decisiones de gobierno.

    Esta estrategia de fortalecimiento del poder real se desarrolló en un contexto donde el feudalismo empezaba a mostrar signos de debilidad, propiciando una transición hacia estructuras estatales más modernas y centralizadas. Al emplear las Reales Provisiones como herramienta principal para la creación de derecho, la Corona no solo simplificaba los procesos legislativos sino que también aseguraba una mayor rapidez y eficacia en la implementación de sus políticas. Este método permitió a la monarquía responder más ágilmente a las necesidades del reino y adaptarse a los cambios socioeconómicos de la época.

    La centralización del poder no sólo facilitó una administración más directa sino que también fortaleció las bases del estado moderno en Castilla. La capacidad de legislar de manera más autónoma representó un paso crucial en la consolidación del poder regio, contribuyendo al desarrollo de una estructura estatal más robusta y menos dependiente de los pactos feudales y las influencias nobiliarias. Este fenómeno fue fundamental para la evolución política y administrativa del reino, sentando las bases para futuras reformas y para una gobernanza más efectiva y moderna.

  • El Código Invencible: Honor y Pasión en la Castilla del Siglo de Oro

    El Código Invencible: Honor y Pasión en la Castilla del Siglo de Oro

    El Honor en la Cultura Castellana del Siglo de Oro: Pilar de la Identidad y la Sociedad

    El Siglo de Oro español, que abarca los siglos XVI y XVII, representa una de las épocas más brillantes y trascendentes de la literatura, el arte y la cultura en España. En medio de esta efervescencia cultural, el concepto de honor surgió como un valor cardinal, un principio fundamental que modeló tanto la vida cotidiana como la obra literaria de la época. En la cultura castellana, el honor no era simplemente una virtud abstracta, sino una intrincada red de deberes, expectativas y responsabilidades que influían en la identidad, las relaciones y la estructura social.

    Honor personal y colectivo

    El honor en la Castilla del Siglo de Oro no solo concernía al individuo. Afectaba a la familia, al linaje y, por extensión, a toda la comunidad. Una afrenta al honor de un individuo se percibía como una mancha en el prestigio de toda su estirpe, y podía tener consecuencias que perduraran generaciones. En este contexto, la protección y defensa del honor se convirtieron en una prioridad vital.

    Literatura: Reflejo y crítica del honor

    La literatura del Siglo de Oro es rica en tramas centradas en el honor. Dramaturgos como Calderón de la Barca y Lope de Vega presentaron complejas situaciones donde el honor se encontraba en juego, ofreciendo no solo entretenimiento, sino también un espejo crítico de la sociedad. Las obras de Cervantes, particularmente «Don Quijote», cuestionan y parodian las obsesiones honoríficas de la sociedad castellana, poniendo de relieve las tensiones entre ideales y realidades.

    Mujer y honor: Una relación compleja

    La mujer ocupaba un lugar central en las cuestiones de honor en esta época. Su virtud y comportamiento no solo reflejaban su propio honor, sino el de su familia. Esta concepción del honor femenino llevó a una vigilancia constante y a menudo opresiva de las mujeres, limitando su autonomía y libertad.

    Duelos y venganzas: El precio del honor

    La defensa del honor podía llevar a consecuencias mortales. El duelo, aunque oficialmente prohibido en muchos períodos, persistió como una práctica aceptada socialmente para resolver ofensas honoríficas entre hombres. Las tensiones por cuestiones de honor a menudo culminaban en venganzas sangrientas, reflejando la profunda seriedad con la que se tomaban estas cuestiones.

    El concepto de honor en la cultura castellana del Siglo de Oro era mucho más que un simple valor ético. Era una fuerza omnipresente que dictaba comportamientos, moldeaba relaciones y dejaba una huella indeleble en la literatura y el arte de la época. Aunque hoy en día nuestras nociones de honor han evolucionado y difieren en muchos aspectos, la intensidad con la que vivieron y representaron el honor en el Siglo de Oro ofrece una ventana fascinante a la mentalidad y sensibilidades de una época dorada.

  • El Libro de los Fueros de Castilla y el origen de las leyes castellanas

    El Libro de los Fueros de Castilla y el origen de las leyes castellanas

    Debió redactarse entre 1248, fecha de la conquista de Sevilla, y 1252, año de la coronación de Alfonso X pues en varios capítulos se alude a la ciudad andaluza como conquistada y se menciona al monarca no como Rey, sino como Infante. Probablemente su confección tuviese lugar en Burgos por un jurista particular dado que en esa ciudad castellana se encontraba la sede del Tribunal de Alcaldes de la Corte para el que se supone que todo este material fue recopilado.

    El Libro de los Fueros de Castilla es un antiguo documento legal del Reino de Castilla, el más antiguo que se conoce sobre derecho territorial castellano. Está compuesto por 307 capítulos, en los que desordenadamente se mezcla material jurídico preferentemente sobre derecho privado; precedidos de epígrafes que pretenden aludir a su contenido, aunque a veces no guardan relación con él, y que probablemente fueron incorporados al texto en un momento posterior al de su redacción. El descuido con que se ha redactado se manifiesta en detalles como la repetición de una misma norma que aparece expuesta unas veces como derecho local de un núcleo de población concreta y, en otras, como costumbre de toda la comarca.

    Recoge costumbres procedentes de localidades de las actuales provincias burgalesa, riojana y segoviana (Nájera, Belorado, Villafranca, Sepúlveda, Cerezo y Burgos), junto con otras que debían haber alcanzado ya una vigencia de ámbito regional. Junto a ellas, aparecen fazañas emitidas por el rey, por los adelantados, por el obispo de Burgos, el Merino Mayor de Castilla, los señores de Haro o, en una ocasión, los hombres buenos de Burgos. Hoy en día se cree que el libro trataría de dar a conocer principalmente las fazañas y privilegios, y que todo lo que aparece como fuero municipal no sería más que legislación local aplicable, en su forma original, que habría sido recopilada por una instancia judicial inferior previa al recurso de alzada ante el mencionado Tribunal de Alcaldes de la Corte o el propio monarca.

    Se desconoce el criterio de selección seguido por el recopilador.

    Fuero Viejo de Castilla

    Fuero Viejo de Castilla o Fuero de los Fijosdalgo es una recopilación legislativa del derecho medieval castellano, obra de juristas privados. La redacción más antigua, asistemática, se data en torno al año 1248. En 1356, durante el reinado de Pedro I de Castilla, se hizo una redacción sistemática en cinco libros, que es la que se ha conservado.

    Es un texto de carácter nobiliario en el que los aristócratas castellanos tratan de sustraer a los fueros locales el contenido de sus privilegios, compilándolos en un solo texto legal. De todas formas, no está claro cual era el origen cierto del texto, y la atribución es anónima. Al texto le da valor legal el Ordenamiento de Alcalá de 1348.

    Sus fuentes fueron el Libro de los Fueros de Castilla y el Ordenamiento de Nájera, documento de no establecido origen, que pretendía provenir de unas supuestas Cortes de Nájera, convocadas por Alfonso VII en 1138 o por Alfonso VIII en 1185, cuya efectiva existencia no está establecida.

    La expresión «Fuero Viejo» puede hacer referencia a muy distintos textos.

    En la era 1377 (año 1339), Alfonso XI, hallándose en Madrid, hizo llamar a los caballeros y omes buenos, y después de manifestar que era gran mengua de justicia regirse por las disposiciones del Fuero Viejo, y porque no usaban del Fuero de las leyes que les diera Alfonso el Sabio [ Fuero Real ], mandó que juzgasen y viviesen por este último código y no por otro alguno.

    El Ordenamiento de Nájera

    Ordenamiento de Nájera o Pseudo-Ordenamiento de Nájera es el nombre que se atribuye a un supuesto ordenamiento legislativo de la Corona de Castilla, documento de no establecido origen, que pretendía provenir de unas supuestas Cortes de Nájera, convocadas por Alfonso VII en 1138 o por Alfonso VIII en 1185, cuya efectiva existencia no está establecida.

    Consta de 58 leyes y se recoge como título 32 y último del Ordenamiento de Alcalá de 1348.

    En este texto se recogieron los privilegios de la nobleza castellana y las aportaciones de esta al ejército real. Sirvió de referencia para muchos fueros locales, y es una de las fuentes del Fuero Viejo de Castilla y del Ordenamiento de Alcalá de 1348.

     

    El Ordenamiento de Alcalá

    El Ordenamiento de Alcalá es un conjunto de 125 leyes, agrupadas en 32 títulos,​ promulgadas con ocasión de las Cortes reunidas por Alfonso XI en Alcalá de Henares, el 8 de febrero de 1348. Son consideradas parte importante del conjunto legislativo principal de la Corona de Castilla de la Baja Edad Media, desde entonces hasta 1505 (Leyes de Toro). El último título, compuesto de 58 leyes, se conoce con el nombre de Pseudo-Ordenamiento de Nájera.

    La obra significó el éxito de los letrados (de orientación romanista) quienes representaban el interés del rey por aumentar el poder de la monarquía (en el sentido de definir una precoz monarquía autoritaria). Debido a la dispersión legislativa y la indefinición de muchas situaciones jurisdiccionales (locales y estamentales), era necesaria la creación de un cuerpo normativo que ordenara y estableciera un estado de seguridad jurídica no conocida hasta la época.

    Además de sancionar nuevas leyes (entre las disposiciones de esas leyes se incluían muchas otras cuestiones puntuales, por ejemplo, sobre contratos y testamentos), se estableció un orden de prelación legal para la aplicación de distintos cuerpos legislativos existentes. De esta manera quedó establecido que debían aplicarse: en primer lugar, las leyes sancionadas en Alcalá; en segundo lugar, el Fuero Juzgo y los fueros locales o estamentales que se mantuvieran en uso (siempre que no se opusieran a Dios ni a la razón, y fueran probados en sentencias); y, en tercer lugar, el Código de las Siete Partidas. Por último se estaría a la interpretación que diera el rey en caso de duda o silencio de las disposiciones citadas.

    El Ordenamiento de Alcalá estaba organizado en 32 títulos y divididos en 125 leyes, con la siguiente distribución:

    • del título I al XV (29 leyes) sobre Derecho Procesal.
    • del título XVI al XIX (7 leyes) sobre Derecho Civil.
    • del título XX al XXII (18 leyes) de las penas.
    • el título XXIII (2 leyes) de la usura.
    • el título XXIV (1 ley) de las medidas y de los pesos.
    • el título XXV (1 ley) de las multas.
    • el título XXVI (1 ley) de los portazgos y peajes.
    • el título XXVII (3 leyes) de la prescripción.
    • el título XXVIII (2 leyes) del orden de prelación de las leyes.
    • el título XXIX (1 ley) de los duelos.
    • el título XXX (1 ley) de la guarda de los castillos y fuertes.
    • el título XXXI (1 ley) de los vasallos.
    • el título XXXII (58 leyes) que copia al Ordenamiento de Nájera.

    El ordenamiento de Alcalá pasó a aplicarse a las zonas con fueros locales, como Sahagún, Cuenca, León o Castilla, que paulatinamente irían adoptando el Fuero Real al serles «otorgado» éste.

    Sin embargo el rey tuvo que ceder a las presiones nobiliarias que deseaban ver reconocidas diferentes concesiones de tierras y privilegios durante las continuas revueltas y guerras civiles bajomedievales, especialmente en los turbulentos años bajo la regencia de su abuela María de Molina, durante su minoría de edad y la de su padre Fernando IV.

    Los nobles argumentaron precedentes en una asamblea en Nájera con Alfonso VII en 1138, y consiguieron finalmente disfrutar de privilegios fiscales y judiciales, conservar las tierras antes de señorío bajo determinadas condiciones, y sobre todo afianzarse como ricoshomes, nobles poderosos, que ya se distinguen claramente de los nobles caballeros y por supuesto del resto de hombres libres.

    En adelante se distinguirán claramente en la Corona de Castilla las tierras de realengo, bajo jurisdicción real, y las de señorío, bajo jurisdicción señorial (de un noble laico o eclesiástico).

    Lo dispuesto en el ordenamiento de Alcalá tuvo una dilatadísima vigencia, sobre todo el sistema de prelación de fuentes (Título XXVIII, Ley I del Ordenamiento), habida cuenta de que su texto fue recogido luego por las recopilaciones de la Edad Moderna (Leyes de Toro, Nueva Recopilación, Novísima Recopilación) y se mantuvo vigente hasta la adopción del sistema constitucional a lo largo del siglo XIX; y en algunos aspectos, hasta la promulgación del Código Civil en 1889.

    Las Leyes de Toro

    Las Leyes de Toro de 1505 son el resultado de la actividad legislativa de los Reyes Católicos, fijada tras la muerte de la Reina Isabel con ocasión de la reunión de las Cortes en la ciudad de Toro en 1505 (Cortes de Toro), en un conjunto de 83 leyes promulgadas el 7 de marzo de ese mismo año en nombre de la reina Juana I de Castilla.

    La iniciativa de esta tarea legislativa había partido del testamento de Isabel la Católica, a partir del cual se creó una comisión de letrados entre los que estaban el obispo de Córdoba y los doctores Díaz de Montalvo (que previamente había recopilado el Ordenamiento de Montalvo de 1484), Lorenzo Galíndez de Carvajal y Juan López Palacios Rubio.

    La reina titular de la Corona de Castilla en ese momento era Juana (que pasó a la historia como la loca), hija de los Reyes Católicos Isabel, recientemente fallecida —26 de noviembre de 1504—, y Fernando —cuyo único título en ese momento era el de rey de Aragón—), pero se encontraba en Flandes, donde el 15 de septiembre de 1505 dio a luz a una hija. El gobierno de la Corona, según el testamento de Isabel la Católica, era ejercido por Fernando. Antes de la llegada de Juana a Castilla y León, en la Concordia de Salamanca (24 de noviembre de 1505) se acordó la continuidad del gobierno de la Corona por Fernando, reconociendo como reyes tanto a Juana como a su marido, Felipe el hermoso. Desde la Concordia de Villafáfila (27 de junio de 1506) quedó Felipe como gobernante único al ser declarada incapaz Juana y consentir Fernando en retirarse a la Corona de Aragón; pero al poco tiempo murió (25 de septiembre de 1506), y Fernando el Católico retomó el gobierno en la Corona de Castilla como regente en nombre de su hija.

    La interpretación jurídica de las Leyes de Toro suele hacerse en el sentido de que ordenan la aplicación y recogen y actualizan el corpus legislativo de la Corona de Castilla durante toda la Edad Media. Heredero del gótico Fuero Juzgo (Liber Iudiciorum) y la recepción del Derecho Romano justinianeo (Ius Commune o derecho común) a partir de la Baja Edad Media, especialmente el Código de las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio y el Ordenamiento de Alcalá; al mismo tiempo que lo coordinaba con los fueros municipales y los privilegios nobiliarios y eclesiásticos, aclarando las contradicciones existentes entre todos ellos.

    Se componen de 83 preceptos o leyes, sobre diversas cuestiones, especialmente de Derecho Civil, derecho sucesorio, derecho matrimonial, Derecho Procesal, derechos reales y de obligación y, finalmente, materias de Derecho Penal.

    Posiblemente la mayor trascendencia de las Leyes de Toro sea la regulación del mayorazgo, cuyo significado social fue garantizar el predominio social de las familias de la alta nobleza vencedoras de las guerras civiles castellanas durante todo el Antiguo Régimen.

    Las Leyes de Toro fueron la base de las siguientes recopilaciones legislativas (Nueva Recopilación y Novísima Recopilación), que a su vez estuvieron vigentes hasta la promulgación del Código Civil, en 1889.

    – Derogan La Pragmática de Madrid

    Su importancia e interés han suscitado la atención y el estudio de los más célebres jurisconsultos de España.

    Algunas de las Leyes de Toro, como la 41 sobre usucapión de títulos nobiliarios, siguen vigentes hoy en día, según la jurisprudencia del Tribunal Supremo.

  • Primus inter pares

    Primus inter pares

    La locución latina primus inter pares significa literalmente ‘el primero entre iguales’. Viene a indicar que una persona, dentro de un grupo con un nivel de poder, de autoridad, homogéneo en diferentes ámbitos –bien sea social, político, cultural, religioso, etc– es la más relevante dentro de ese grupo.

    En Castilla herencia visigótica y por tanto, también era frecuente entre tribus germánicas, que dejarían su impronta durante las primeras fases de la monarquía visigoda en la Península ibérica donde el monarca era elegido entre un grupo de nobles. Hacía referencia al estatus de un caudillo o rey en relación a un estrato inferior de vasallos, nobles por lo general, que mantenían fuertes cotas de poder, especialmente militar. Este estatus o forma de gobierno solía darse cuando el rey, por el motivo que fuere, ostentaba más bien una auctoritas, pero no tanto una potestas. Así, en la Europa medieval, en el contexto del feudalismo existente en muchos reinos de la Alta Edad Media, el rey feudal «gobierna de acuerdo con la nobleza, como un primus inter pares que no impone su auctoritas».

     

  • Lo Mejor De La Castilla-La Mancha De Don Quijote

    Lo Mejor De La Castilla-La Mancha De Don Quijote

    La región de Castilla-La Mancha se encuentra en el centro de España, al sureste de Madrid, e incluye las provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo . Es mejor conocido por ser el escenario de la novela Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes del siglo XVII, uno de los libros más famosos que jamás haya salido de España . Aquí te llevamos de gira por Castilla-La Mancha para que visites algunos de sus mejores lugares de interés.

    Campo de Criptana

    Uno de los lugares más emblemáticos de Castilla-La Mancha es el paisaje de molinos blancos, que se puede contemplar en Campo de Criptana , municipio de la provincia de Ciudad Real. Conocido como ‘La Tierra de los Gigantes’, este es el lugar donde el autoproclamado caballero Don Quijote se reunió con los gigantes (en realidad, los propios molinos de viento). Hay visitas guiadas a la Sierra de los Molinos, así como la posibilidad de visitar algunas que han sido convertidas en museos. Sólo quedan tres molinos de viento que han conservado su estructura y maquinaria originales del siglo XVI: Infanto, Burleta y Sardinero.

    Casas Colgadas de Cuenca

    Toda la histórica ciudad amurallada de Cuenca ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por ser un ejemplo excepcional de ciudad medieval fortificada, y por estar extraordinariamente bien conservada. Construido por los moros en una posición defensiva en las cimas de los cerros, fue conquistado por los castellanos en el siglo XII. La ciudad es mejor conocida por sus extraordinarias Casas Colgadas , o Casas Colgadas . En su momento toda la cara del desfiladero de Huécar estuvo cubierta de casas colgadas, pero hoy en día sólo quedan tres, que fueron restauradas íntegramente a principios del siglo XX. Están construidos en estilos góticos tradicionales con intrincados detalles de madera y entradas de estilo renacentista.

    Alcázar in Toledo

    Ubicado en la cima de la colina más alta de Toledo , la fortaleza del Alcázar es una de las mejores vistas de la ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La estructura actual fue mandada construir por el emperador romano Carlos V (también conocido como Carlos I Rey de España) como residencia real, a partir de los restos de un antiguo castillo medieval en el mismo lugar. Llevó muchos años completarlo y presenta muchos estilos arquitectónicos. Sin embargo, antes de que se terminara, la capital de España se mudó a Madrid, por lo que en realidad nunca fue habitada por reyes, solo reinas viudas. También cumplió la función de prisión de la Corona, cuartel militar y talleres de seda, así como de defensa durante la Guerra Civil Española. Durante años también fue sede del Museo del Ejército Nacional. En la última planta rehabilitada se encuentra hoy la Biblioteca de Castilla-La Mancha.

    Arte rupestre paleolítico antiguo

    Entre los verdaderos tesoros del norte de España se encuentran las antiguas pinturas rupestres encontradas en cuevas de la región, conocidas como Arte Rupestre de la Cuenca Mediterránea Ibérica o Arte Levantino. Castilla-La Mancha alberga 93 yacimientos de arte rupestre de este tipo, que datan del Paleolítico e incluso del Mesolítico de la Edad de Piedra. Incluyen figuras simples de humanos, así como muchos animales como ciervos, cabras, jabalíes y ganado, y fueron pintados con minerales rojos o carbón.

    El Toboso

    Cervantes ambienta su novela en el pequeño pueblo de El Toboso, en la provincia de Toledo. Aquí puedes visitar el Museo-Casa de Dulcinea , la casa de Doña Ana Martínez Zarco de Morales, quien ha sido identificada como el personaje de Dulcinea, la doncella de Don Quijote y el interés amoroso del libro. Típica alquería manchega que data del siglo XVI, está distribuida como sería en tiempos del Quijote con viejos aperos de labranza y utensilios de cocina, así como mobiliario. En el patio se levanta una de las mayores almazaras de La Mancha. Otra parada interesante es el Museo Cervantino , una colección de 198 ejemplares de Don Quijote de la Mancha .traducido a muchos idiomas diferentes y regalado al pueblo por muchas figuras políticas y famosas. No dejes de visitar el monumento de la localidad dedicado a Don Quijote y Dulcinea.

    Museo Don Quijote en Ciudad Real

    Ningún recorrido por la tierra de Don Quijote estaría completo sin hacer una visita a su museo , ubicado en Ciudad Real. Las exhibiciones contienen tanto arte como multimedia y parecen dar vida al personaje ficticio de Cervantes. Los aspectos más destacados incluyen ilustraciones del libro del siglo XIX, un montaje de personajes del libro en conversación y una réplica de una imprenta del siglo XVII, para ver cómo se habría publicado la novela en ese momento.

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  • El Tratado de Zamora y El torneo de Arcos de Valdevez

    El Tratado de Zamora y El torneo de Arcos de Valdevez

    El Tratado de Zamora fue el resultado de la conferencia de paz entre Alfonso I de Portugal y el rey Alfonso VII de León y Castilla, el 5 de octubre de 1143, marcando generalmente la fecha del nacimiento del Reino de Portugal y el inicio de la dinastía alfonsina. Victorioso en la batalla de Ourique contra los musulmanes, en 1139, Alfonso I se benefició del apoyo de João Peculiar —el arzobispo de Braga— en favor de la constitución del nuevo reino de Portugal. Tras el Torneo de Arcos de Valdevez entre los dos Alfonsos y sus huestes, aquel buscó conciliarlos y propició que se encontraran en Zamora los días 4 y 5 de octubre de 1143, con la presencia del cardenal Guido de Vico.

    El título de rey de Portugal, que Alfonso I usaba desde 1139, fue confirmado en Zamora, comprometiéndose entonces el monarca portugués ante el cardenal Guido de Vico a considerarse vasallo de la Santa Sede, obligándose, por él y por sus descendientes, al pago de un censo anual de cuatro onzas de oro. Sin embargo, José Hermano Saraiva afirma que «en realidad no sabemos cómo sucedieron las cosas y se ignora completamente si fue firmado algún acuerdo, aunque modernamente se haya hecho referencia muchas veces a un tratado de Zamora que tal vez nunca existió». De lo que sí tenemos certeza, según Hermano Saraiva, es de que en diciembre de 1143 Alfonso Henriques escribió una carta al papa en la que se nombraba «censual» [dependiente] de la Iglesia de Roma y en la que se declaraba a sí mismo «hombre y caballero del papa y de San Pedro, a condición de que la Santa Sede lo defendiese de cualquier otro poder eclesiástico o civil» —como reconocimiento de su dependencia Alfonso Henríquez se obligaba a pagar anualmente cuatro onzas de oro—. De esta forma Alfonso Henriques intentaba asegurar la independencia del nuevo reino.

    Finalmente la independencia de Portugal, reconocida por Alfonso VII en Zamora, vino a ser confirmada por el papa Alejandro III en 1179 mediante la bula Manifestis Probatum.​ «La concesión fue arrancada por un regalo de mil monedas de oro, pero ciertamente no parece que tuviese mucha influencia en la consolidación de una independencia que ya entonces era un hecho consumado».

    El Torneo de Arcos de Valdevez

    Torneo de Arcos de Valdevez o batalla de Valdevez son denominaciones historiográficas de un enfrentamiento bélico entre los reinos de León y de Portugal, en el contexto de la independencia de éste, hasta entonces un condado de aquel. El enfrentamiento tuvo lugar en la llamada Veiga da Matança («vega de la matanza») a orillas del río Vez (un afluente del río Limia) en las proximidades de Arcos de Valdevez. Su fecha no está determinada con precisión, en torno a 1140 o 1141. El armisticio al que se llegó tras el enfrentamiento (también conocido como acuerdo de Valdevez o tregua de Valdevez) está considerado como el precursor del Tratado de Zamora de 1143.

    Alfonso I de Portugal, que había comenzado a titularse rex Portugalensium tras su victoria frente a los musulmanes en la batalla de Ourique (1139), rompió las condiciones del Tratado de Tuy de 1137 e invadió Galicia. En respuesta, Alfonso VII de León el emperador entró en Portugal y arrasó los castillos que encontró a su paso, bajando las montañas del Soajo en dirección a Valdevez. Una parte de las fuerzas imperiales se separó imprudentemente del grueso de la expedición, y los portugueses consiguieron capturar al conde Ramiro Froilaz, a Ponce Giraldo de Cabrera y a los hermanos Fernando y Bermudo Pérez de Traba.

    Alfonso VII acampó en un lugar conocido como Penha da Rainha («peña de la reina», Portela de Vez); mientras que Alfonso I lo hizo en un lugar alto, separado del campamento leonés por un valle. Para evitar una batalla campal, se acordó celebrar un bufurdium (bohordicumbafordo, bohordo, torneo o justa), conforme al uso de la caballería medieval, donde se enfrentaron los mejores caballeros de ambos bandos. La suerte de las armas cayó del lado portugués; y reconocida su victoria, se negoció el intercambio de prisioneros entre ambas partes.

    Las fuentes medievales que narran los hechos son, por el lado leonés, la Chronica Adefonsi imperatoris, y por el lado portugués, el Chronicon Lusitanum. Para Philippe Contamine,​ Valdevez ejemplifica la tendencia de las batallas feudales a convertirse en «una suerte de gran torneo, medio serio, medio frívolo»

    En la Estação de São Bento (Estación de San Bento, Oporto) el hecho es conmemorado en un panel de azulejos; mientras que en la localidad de Arcos de Valdevez se levanta un monumento conmemorativo, obra del escultor José Rodrigues, y un marco evocativo al pie del Museu de Arcos de Valdevez.

  • El monasterio de San Millán y el origen del Castellano

    El monasterio de San Millán y el origen del Castellano

    El monasterio de San Millán de Suso o monasterio de Suso («suso» significa «arriba» en castellano, aunque ya está en desuso) se halla ubicado cerca de la villa de San Millán de la Cogolla, en la comunidad autónoma de La Rioja (España), en la margen izquierda del río Cárdenas. Forma parte del conjunto monumental de dos monasterios, junto con otro construido posteriormente y que se sitúa más abajo, llamado monasterio de San Millán de Yuso, ambos declarados Patrimonio de la Humanidad.

    Iniciada su construcción a finales del siglo vi, tiene su origen en un cenobio visigodo establecido alrededor del sepulcro del eremita Aemilianus (Millán) o Emiliano, fallecido en el año 574. A lo largo de los siglos siguientes y hasta el siglo xii sufre distintas ampliaciones como consecuencia del cambio de vida eremítica a la cenobítica y posterior monástica, distinguiéndose en ellas el estilo mozárabe y el románico. Su importancia no es sólo artística y religiosa, sino también lingüística y literaria. Aquí un monje escribió las Glosas Emilianenses, a su vez las primeras anotaciones escritas en euskera, por lo que se ha considerado la cuna de dichos romances hispanos y del euskera.

    La situación geográfica de este pequeño monasterio tuvo gran importancia para las relaciones con otros centros de cultura. Tenía influencias castellanas y francas además de que sus vecinos eran los monjes de Silos y Albelda; estaba bastante cerca del Camino de Santiago y poseía además un rico sustrato mozárabe y visigodo. Sumando todo esto, en San Millán pudo conseguirse una nueva y muy importante cultura monástica.

    En noviembre de 1977 se celebró una gran fiesta en el monasterio de San Millán de la Cogolla para celebrar el milenario del nacimiento de la lengua castellana. Autoridades, lingüistas, académicos, todos se dieron cita en aquel lugar donde surgió el primer balbuceo escrito de dicha lengua. En la biblioteca, heredera del Escritorio de San Millán dormía durante siglos un códice latino, Aemilianensis 60, en cuyos márgenes un amanuense había escrito unos apuntes (glosas) en lengua romance, en vasco y en un latín que hoy podríamos llamar «macarrónico». Ejemplo de una glosa:

    …con o ajutorio de nuestro dueno Christo dueno Salbatore qual dueno yet ena honore e qual duenno tienet ela mantatjione con o Patre con o Spiritu Sancto en os sieculos de los sieculos
    Traducción de: adiubante Domino nostro Iesu Christo cui est …/…

    Esto sucedía en el siglo x, aunque investigaciones recientes aseguran que tal vez fuera ya entrado el siglo xi. Este códice 60, que actualmente se guarda en la Real Academia de la Historia, es el que tradicionalmente se conoce como Glosas Emilianenses. Dado que dos de estas glosas están escritas en vasco, puede decirse también que en el monasterio de San Millán tuvo lugar el nacimiento de la lengua vasca escrita.

    No obstante, los investigadores riojanos Claudio y Javier García Turza han realizado estudios sobre el códice 46, también encontrado en la biblioteca de Yuso, que aparece fechado, 13 de junio de 964, con lo que fijan aún más los orígenes del castellano escrito. El códice 46 es un diccionario enciclopédico con más de 20 000 entradas ordenadas de la A a la Z, en el que las voces romances forman parte no solo de las anotaciones al margen, sino también de la parte del texto escrito en latín muy contaminado por el habla popular. Este manuscrito recoge el saber popular y aclara numerosas lagunas sobre la alta Edad Media.

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  • Sobre la unificación de las Cortes de los Reinos de la Corona de Castilla

    Sobre la unificación de las Cortes de los Reinos de la Corona de Castilla

    Unificación de las Cortes

    Al compartir un mismo rey, la corona de León (reinos de León -que ya incluía lo que había sido la Taifa de Badajoz-, Galicia y Asturias);se íntegró en la Corona de Castilla. Al principio, las cortes de las dos coronas se reunían de forma separada, cada una en su territorio y con las actas en diferentes lenguas (castellano y leonés y gallego). No obstante, después de Fernando III (hijo de Alfonso IX de León), la reunión conjunta de las cortes terminó siendo permanente las Cortes. Se articulaban en tres brazos que correspondían respectivamente a los estamentos noble, eclesiástico y ciudadano y aunque el número de ciudades representadas en Cortes fue variando a lo largo del tiempo, fue el rey Juan I el que fijó de una manera definitiva las ciudades concretas que tendrían derecho a enviar procuradores a Cortes: Burgos, Palencia, Toledo, León, Sevilla, Córdoba, Murcia, Jaén, Zamora, Segovia, Ávila, Salamanca, Cuenca, Toro, Valladolid, Soria, Madrid, Guadalajara y Granada (a partir de 1492).

    Con Alfonso X, la mayoría de las reuniones de Cortes son conjuntas para todos los reinos. Las Cortes de 1258 en Valladolid son De Castiella e de Estremadura e de tierra de León y las de Sevilla en 1261 De Castiella e de León e de todos los otros nuestros Regnos. Posteriormente se realizarían algunas Cortes separadas, como por ejemplo en 1301 (Burgos para Castilla, Zamora para León), pero los representantes de ciudades piden que se vuelva a la unificación:

    Los representantes castellanos solicitan: Pues yo agora estas cortes fazía aquí en Castiella apartada miente de los de Estremadura de tierra de León, que daquí adelante que non fiziese nin lo tomase por huso
    Al igual que los leoneses: que quando oviere de facer Cortes que las faga con todos los omnes de la mi tierra en uno en tierras leonesas.

    Aunque en un principio los reinos singulares y las ciudades conservaron sus derechos particulares (entre los cuales se hallaban el Fuero Viejo de Castilla o los diferentes fueros municipales de los concejos de Castilla, León, Extremadura y Andalucía), pronto se fue articulando un derecho territorial castellano en torno a las Partidas (h. 1265), el Ordenamiento de Alcalá (1348) y las Leyes de Toro (1505) que continuó vigente hasta 1889, año en que se promulga el Código Civil español.

    El patronazgo y el pago del Voto

    La justificación providencialista de los orígenes de cada reino y su primacía eran una cuestión importantísima (no solo en la Edad Media, sino durante todo el Antiguo Régimen), y se suscitaron debates en cuanto a la entidad sobrenatural que debía ejercer el patronazgo y en qué territorio en concreto, con consecuencias incluso fiscales. El origen se remontaba a batallas mitificadas de los siglos VIII al X, de las que las crónicas recogían intervenciones milagrosas: la batalla de Covadonga, la batalla de Clavijo o la batalla de Simancas.

    La lengua castellana y las universidades

    En el siglo XIII existían en los reinos de León y Castilla numerosas lenguas como el castellano, el astur-leonés, el euskera o el gallego. Pero en este siglo el castellano comienza a ganar terreno como instrumento vehicular y cultural (por ejemplo el Cantar de Mío Cid).

    En los últimos años de Fernando III, el castellano se comienza a utilizar para ciertos documentos. Pero la lengua castellana alcanza el título de oficial con Alfonso X. A partir de entonces todos los documentos públicos se redactarán en castellano; asimismo las traducciones en vez de verterse al latín se realizarán a dicha lengua:

    Mandólo trasladar del arábigo en lenguaje castellano porque los homnes lo entendiesen mejor et se supiesen del más aprovechar

    Hay quien considera que la sustitución del latín por el castellano se debe a la fuerza de la nueva lengua, mientras que otros consideran que se debió a la influencia de intelectuales hebreos, hostiles al latín por ser la lengua de la iglesia cristiana.

    También en el siglo XIII comenzarán a fundarse gran cantidad de universidades en los territorios que formarían la Corona de Castilla, algunas, como las de Palencia, Salamanca o Valladolid, serán de las primeras universidades europeas. En 1492 con los Reyes Católicos se publicará de la primera edición de la Gramática sobre la Lengua Castellana, de Antonio de Nebrija.

    A Alfonso X le sucedería su hijo Sancho IV en 1284 y a este, su hijo Fernando IV en 1295, que durante su minoría de edad, regentaría el Reino su madre la reina María de Molina.

  • La Danza tradicional Castellana

    La Danza tradicional Castellana

    Los dos bailes tradicionales más arraigados en Castilla son la jota castellana y la seguidilla.

    La jota castellana es uno de los subgéneros más conocidos de la jota, un género muy extendido por la mayoría del territorio español.​ Algunas fuentes estiman que la jota castellana es una variedad de las jotas del Ebro, donde se sitúa su origen, que penetró en Castilla a través de las tierras de Soria.​ La primera referencia escrita a la jota en Castilla data de 1789, en la obra Aventuras en verso y prosa del insigne poeta y su discreto compañero, de Antonio Muñoz, donde se narra como unas mujeres de Valladolid le piden a un poeta que haga unas coplas para bailar a la jota.​ La jota castellana se baila con los característicos pasos saltados, un poco picada, y es más sobria y menos movida y airosa que la aragonesa.

    La seguidilla es un baile con especial tradición en toda la región,​ especialmente en la zona de La Mancha, donde se las conoce por el subgénero de manchegas. A partir del siglo xvi se destaca su presencia en el ambiente rural tanto como en el urbano. Algunos autores apuntan que tienen su origen en Andalucía, tomando carta de naturaleza en Castilla, donde se produce su arraigo en la península. De ritmo ternario y movimiento animado, se baila con acompañamiento de castañuelas, guitarras, bandurrias, laúd, almirez y botella de anís.

    Los criterios geográficos y poblacionales han jugado un papel muy importante en el desarrollo de este tipo de bailes. El amplio espacio arquitectónico de las plazas castellanas con cientos de parejas bailando ha permitido unas coreografías que contrastan con las de otras zonas de España, desarrollando una tradición característica.

    Otros bailes con una importante raigambre tradicional son las danzas de palos, el fandango, la redondilla de Tierra de Campos y el rondón,

    Muchos de estos bailes se llevaban a cabo en formación de rueda, colocándose los bailarines en corro, siendo esta formación asociada al ambiente festivo. Existen textos bibliográficos y periodísticos que describen detalladamente esta celebración a finales del siglo xix, cuando las fiestas populares mantenían todo su esplendor.

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  • La Concordia de Valladolid

    La Concordia de Valladolid

    La concordia de Valladolid es el nombre que recibe la tregua firmada en Valladolid el 7 de diciembre de 1453 entre Juan de Navarra (futuro Juan II de Aragón) y su hijo Carlos de Viana, en el contexto de la guerra civil de Navarra, y gracias a la mediación de la reina María, esposa del rey de Aragón Alfonso el Magnánimo. La tregua se establecía por un tiempo de paz de seis meses (hasta abril de 1454).

    En la batalla de Aybar (23 de octubre de 1451) resultaron derrotados los beaumonteses y Carlos de Viana y el conde de Lerín Luis de Beaumont resultaron hechos prisioneros por las huestes reales y agramontesas.1​ A pesar de que las hostilidades continuaron Carlos de Viana, encarcelado en una fortaleza de Aragón, llegó a un acuerdo con su padre que fue firmado en Zaragoza el 24 de mayo de 1453. En el mismo acordaron compartir la gobernación del reino de Navarra, repartiéndose las rentas que correspondían a la Corona, así como la devolución de todos los castillos ocupados por los beaumonteses a cambio de la amnistía para todos los partidarios vianistas. El príncipe de Viana quedaría en libertad, mientras que seguiría preso como garantía del pacto Luis de Beaumont y sus dos hijos, Luis y Carlos, además de siete caballeros de su facción.2​

    Una vez recuperada la libertad Carlos de Viana incumplió lo acordado en el pacto firmado en Zaragoza y volvió a aliarse con los beaumonteses para intentar hacerse con la corona del reino de Navarra. Estos se negaron a devolver los castillos que controlaban como los de Pamplona, Olite y Mendavia, y a mediados de octubre de 1453 iniciaron el sitio de Monreal. Don Juan se aprestó para levantar el cerco pero la intervención de la reina María de Aragón que se entrevistó con su hermano el rey Juan II de Castilla en Valladolid consiguió que el 7 de diciembre se firmara una tregua entre las Coronas de Castilla, de Aragón y el reino de Navarra y entre don Juan y Carlos de Viana, siguiendo el modelo de la Concordia de Toledo de 1436. Según lo acordado en esta Concordia de Valladolid las villas y castillos en poder de Carlos de Viana pasarían temporalmente a la reina aragonesa así como los prisioneros que habían retenido don Juan en virtud del pacto de Zaragoza. Sin embargo, este periodo de tregua de 1454 ―en el transcurso del cual murió el rey Juan II de Castilla sucediéndole el príncipe de Asturias con el nombre de Enrique IV― no fue aprovechado para conseguir la reconciliación entre Carlos de Viana y su padre, lo que le fue reprochado a este último desde Nápoles por su hermano el rey de la Corona de Aragón Alfonso el Magnánimo, pues «siempre se debe sforzar e insistir de reducir el dicho príncipe, su fijo, a mejores deliberaciones e a savios consejos. E porque por gran que sea el pecado del fijo, por pena es assaz de padre, e más le vale comportar que ell e el dicho príncipe se partan e vivan de las rendas del dicho regno de Navarra».3​

    En la Concordia de Valladolid la reina María de Aragón, mujer de Alfonso V, ejerció un significativo papel como intermediaria, como ya había sucedido en otros conflictos que estallaron en la corona aragonesa, y en especial durante el tiempo en que ejerció de lugarteniente del reino, primero entre 1420 y 1423, y después de manera continuada desde 1432, con la definitiva partida del rey aragonés a tierras italianas.

     

    Carta de la reina María

    En el archivo histórico de Barcelona se conserva la carta que tramitó la reina María dando noticia de la concordia:

    La Reyna
    Prohòmens,
    Notificam-vos com entre nós e lo rey de Castella, nostre molt car e molt amat frare, és
    estat atorgat e concordat sobresehiment de la guerra d’ací per tot lo mes d’abril primer vinent.
    Lo qual sobresehiment lo dit nostre frare manarà publicar e cridar per los lochs de sa
    senyoria, e nós axí mateix ho manarem fer per tota la senyoria del senyor Rey e nostra.
    De la qual cosa havem sentiment que tots los de Castella han haut plaer e axí mateix
    creem que·l ne haureu vosaltres.
    E dins pochs dies, entenem Déu volent, partir d’ací per
    tornar en Aragó e fer la via de Monçó per celebrar la Cort allí convocada.Dada en
    la ciutat de Sòria, a XV dies de noembre de l’any M CCCC XXXV (Signatura autògrafa de la reina).
    Consejeros,
    Os notificamos que, entre nosotros y el rey de Castilla, nuestro muy estimado y amado hermano,
    se ha otorgado y concordado el cese de la guerra desde el día de hoy hasta todo el mes de abril que viene.
    Dice nuestro hermano mandará publicar y anunciar este cese por los lugares de su
    señorío, y nosotros asimismo lo mandaremos hacer por todo el señorío del señor rey y el nuestro.
    De todo esto deseamos que todos los de Castilla estén contentos y asimismo
    creemos que lo estareís vosotros.
    Y dentro de pocos días, si Dios quiere, partir de aquí para
    volver a Aragón y tomar la vía de Monzón para celebrar las Cortes allí convocadas.Dada en
    la ciudad de Soria, a 15 días de noviembre del año 1435 (Firma autógrafa de la reina).
    Carta de la reina María (Segovia 1401-Valencia, 1458) lugarteniente de Cataluña en ausencia de su esposo Alfonso V de Aragón, a los consejeros de Barcelona donde les anuncia la tregua de seis meses conseguida en la guerra, que afecta a la Corona de Aragón y al reino de su hermano, Juan II de Castilla.

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  • Tratado de Monteagudo

    Tratado de Monteagudo

    La Paz o Tratado de Monteagudo fue firmado en 1291 en la localidad actualmente soriana de Monteagudo entre la Corona de Aragón y la Corona de Castilla. En él se acordó una alianza castellano-aragonesa, que fue sellada con el matrimonio de Jaime II de Aragón e Isabel de Castilla, hija de Sancho IV de Castilla, que murió poco después de dicho tratado, lo que provocó que se rompiera la frágil alianza entre los dos principales reinos de la península ibérica.

    En la paz de Monteagudo se estipulaba que fueran recíprocamente los monarcas de Aragón y Castilla «Amigos de sus amigos y enemigos de sus enemigos», no debiendo acoger en sus respectivos reinos a ningún ricohombre o caballero sin previo consentimiento de su soberano. Los reyes de Castilla y Aragón se obligaron a ayudarse en caso de guerra contra Francia y a mantener lo convenido con Pedro III.

    Los reyes de Aragón y Castilla se llevaban enfrentando varios años, especialmente por el apoyo del primero a los infantes de la Cerda, pretendientes de la corona castellana. Los motivos que llevaron a firmar el tratado de Monteagudo fueron varios. Al rey aragonés le interesaba resolver el conflicto de Sicilia y tener las manos libres para sus empresas mediterráneas, en tanto que el rey de Castilla necesitaba cierta estabilidad en su reino para acometer la conquista de Granada. Las paces se firmarían después en Soria de modo más suntuoso.

    Uno de los acuerdos a que se llegó en este tratado fue delimitar las regiones de influencia de ambas coronas en el norte de África, estableciendo el río Muluya como límite. Al oeste quedó la zona de influencia castellana; al este, la aragonesa.

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  • Castellano de Lorenzo Silva

    Castellano de Lorenzo Silva

    1521. La revuelta de los comuneros contra Carlos V

    Un sueño de orgullo y libertad que marcó la identidad española.

    La épica revuelta del pueblo de Castilla contra el abuso de poder de Carlos V culminó en la batalla de Villalar, el 23 de abril de 1521. Las tropas imperiales arrollaron a las de las Comunidades de Castilla y decapitaron a sus principales capitanes: Padilla, Bravo y Maldonado. Aquella jornada marcó el declive definitivo de un próspero reino que se extendía a lo largo de tres continentes y cuya disolución dio lugar a un nuevo Imperio que se sirvió de sus gentes y sus recursos. Desde entonces, Castilla y los castellanos han sido vistos como abusivos dominadores, cuando en realidad su alma quedó perdida en aquel campo de batalla y ha languidecido en tierras empobrecidas, ciudades despobladas y pendones descoloridos.

    Esta novela es un viaje a aquel fracaso, nacido de un sueño de orgullo y libertad frente a la ambición y la codicia de gobernantes intrusos y, en paralelo, del descubrimiento tardío del autor, a raíz del extrañamiento y el rechazo ajeno, de su filiación castellana y del peso que esta ha tenido en su carácter y en su visión del mundo.

  • Sidi de Arturo Pérez-Reverte

    Sidi de Arturo Pérez-Reverte

    No tenía patria ni rey, sólo un puñado de hombres fieles.
    No tenían hambre de gloria, sólo hambre.
    Así nace un mito.
    Así se cuenta una leyenda.

    «En él se funden de un modo fascinante la aventura, la historia y la leyenda. Hay muchos Cid en la tradición española, y éste es el mío.»
    Arturo Pérez-Reverte

     

    «El arte del mando era tratar con la naturaleza humana, y él había dedicado su vida a aprenderlo. Colgó la espada del arzón, palmeó el cuello cálido del animal y echó un vistazo alrededor: sonidos metálicos, resollar de monturas, conversaciones en voz baja. Aquellos hombres olían a estiércol de caballo, cuero, aceite de armas, sudor y humo de leña.

    »Rudos en las formas, extraordinariamente complejos en instintos e intuiciones, eran guerreros y nunca habían pretendido ser otra cosa. Resignados ante el azar, fatalistas sobre la vida y la muerte, obedecían de modo natural sin que la imaginación les jugara malas pasadas. Rostros curtidos de viento, frío y sol, arrugas en torno a los ojos incluso entre los más jóvenes, manos encallecidas de empuñar armas y pelear. Jinetes que se persignaban antes de entrar en combate y vendían su vida o muerte por ganarse el pan. Profesionales de la frontera, sabían luchar con crueldad y morir con sencillez.

    »No eran malos hombres, concluyó. Ni tampoco ajenos a la compasión. Sólo gente dura en un mundo duro.»

    Críticas:
    «Pérez-Reverte ha dado en Sidi una obra maestra.»
    José María Pozuelo Yvancos, ABC Cultural

    «Uno de esos libros que te secuestran durante el tiempo que tardas en leerlos y que cuando los terminas, te dejan conmocionado hasta que las emociones que te provocaron se van disipando y te permiten regresar a tu vida rutinaria y anodina. […] No es solo una eficaz novela histórica sino simplemente una excelente novela, sin más apellidos.»
    Juan Eslava Galán, ABC

    «Un magnífico relato, del todo revertiano, placentero y nada inocente.»
    Santos Sanz Villanueva, El Cultural de El Mundo

    «Un libro apasionante que, además de un viaje por la historia de España, es todo un manual de liderazgo.»
    Carlos Manuel Sánchez, XL Semanal

    «Si quieren una muy buena novela sobre el siglo XI y una pequeña hueste, lean Sidi, que eso es lo importante. Háganme caso…»
    Daniel Fernández, La Vanguardia

    «Su Cid no es el matamoros hecho estatua de la hagiografía histórica, sino un personaje que casi podría confundirse con el Ethan Edwards de John Ford.»
    David Gistau, El Mundo

    «En un tiempo en que pocos jóvenes, o ninguno, habrán leído el Cantar de Mio Cid, esta novela puede recuperar su interés por el personaje. Y por la Historia de este país.»
    Pedro Vicario, El Correo Español

    «Pérez-Reverte nos narra, talentosa y emocionalmente, ese inicial momento de destierro cidiano en clave de épica de western, sin pastiches ni mimetismo, sin hacer perder el entorno medieval del relato.»
    Eduardo Torres-Dulce Lifante, Expansión

    «Su estilo elegante se combina con un gran manejo de la lengua española. Pérez-Reverte es un maestro.»
    La Stampa

    «Arturo Pérez-Reverte sabe cómo retener al lector a cada vuelta de página.»
    The New York Times Book Review

    «Arturo Pérez-Reverte consigue mantener sin aliento al lector.»
    Corriere della Sera

    «Pérez-Reverte tiene un talento endiablado y un sólido oficio.»
    Avant-Critique

  • Canto de Esperanza del grupo Lujuria

    Canto de Esperanza del grupo Lujuria

    La banda segoviana de Heavy Metal LUJURIA ha realizado un vídeo musical para la canción «Canto De Esperanza» con motivo de la reedición en vinilo de su disco «…Y La Yesca Arderá» por los 500 años de la rebelión comunera.

    Videoclip de la canción de LUJURIA «Canto de Esperanza»

    «Canto De Esperanza» es una canción basada en el poema de Luis López Alvarez sobre los comuneros (1972). Con él, la banda segoviana quiere rendir homenaje a los comuneros en el V centenario de la batalla de Villalar y al autor de dicho romance. Un elegante vídeo con cuidada imagen y fotografía viviendo un acontecimiento histórico bajo la mirada de un niño. Grabado en Villalar de los Comuneros y Torrelobatón y extraído de «…Y La Yesca Arderá».

    Además, la banda realizará la gira «Cantos De Esperanza» -en referencia a las dificultades de la música en estos momentos-, en la que tocará íntegramente todas las canciones del álbum, contando con invitados especiales.

    «1521

    Y en abril para señas….

    Hace 500 años se daba en nuestra tierra la primera rebelión contra el poder que oprimía al pueblo. La historia se ha encargado de señalar la Revolución Francesa como el inicio de la Edad Contemporánea y como la primera revolución del pueblo, pero esta vez, la historia, no hace justicia. Lo justo, creemos humildemente, es que la Edad Moderna empezase con la rebelión comunera (no con la caída de Constantinopla y el descubrimiento de América) y se reconociese esa rebelión como la primera del pueblo y la Edad Contemporánea se inicie con la Revolución Francesa y se marque esa Revolución como el inicio de la Edad Contemporánea y la SEGUNDA revolución del pueblo…

    En 2021 se cumplen 500 años de un acontecimiento histórico importantísimo, no solo para los que somos de esta preciosa tierra, para el mundo entero. Se cumplen 500 años de la demostración palpable de dos cosas:

    Una, que se puede luchar por la justicia.

    Y dos y más importante, que cuando por lo que se lucha es justo, ni la muerte mata las ideas. Juan Bravo, Padilla, Maldonado, y tantas comuneras y comuneros, dieron su vida, pero no fueron derrotados. Sus ideas han llegado a nuestros días, esa es su victoria, esa es la fiesta que celebramos. No celebramos una derrota, celebramos una gran victoria.

    En 2021 se cumplen 500 años de la rebelión comunera. Pero, cosas de la historia, pasan más cosas. Creemos firmemente que será el año en el que derrotemos a la pandemia mundial que nos asola. Por todo ello, un grupo como Lujuria, hemos considerado que es hora de romper el silencio y lanzar al mundo “Cantos de Esperanza”

    Durante toda la pandemia hemos sido responsables, serios, no hemos anunciado ninguna fecha. Por no hacer, no hemos hecho ni mascarillas con nuestro logo, creemos que eso corresponde a las empresas que las fabrican con todas las garantías, hemos sido responsables.

    En estos momentos creemos que esa responsabilidad se fragua asumiendo el papel que siempre tuvo la música: animar, alegrar, transmitir esperanza. Y estamos convencidos que en el último trimestre del año podremos presentar un espectáculo que permita su disfrute incluso si hubiese alguna restricción. Ese espectáculo, del que iremos dando más detalles, pasa por interpretar íntegramente el disco “Y la Yesca Arderá” acompañados de algún actor que recite el poema y de algún montaje que acompañe a todo esto y permita su representación en teatros y/o grandes espacios abiertos.

    También vamos a reeditar en vinilo el disco “…Y La Yesca Arderá” para celebrar el 500 aniversario de la rebelión comunera. Con mimo, que quede precioso. Es la historia y el himno de la tierra que nos vio nacer, se lo merece.

    Ya iremos dando más detalles, estas líneas son para deciros que llega el tiempo de que se oigan:

    ¡¡CANTOS DE ESPERANZA!!

    ¡Por los 500 años de la rebelión comunera!

    ¡Por Juan Bravo, por Padilla, por Maldonado y por María Pacheco, La “Leona de Castilla” que también la mujer tuvo su papel en nuestra rebelión!

    ¡Por vosotras y vosotros que ya os merecéis albergar, con motivos reales, esperanza!

    ¡Por nuestra tierra, de la que estamos orgullosos!

    ¡Por el mundo y el género humano, en lo que creemos firmemente!

    Común es el sol y el viento

    Común ha de ser la tierra

    Que vuelva común al pueblo

    Lo que del pueblo saliera.

    ¡¡EL MUNDO ENTERO, SE SIENTE COMUNERO!!

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