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La Derrota de Sagrajas

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La batalla de Sagrajas comenzó al amanecer de un viernes, con el ataque del rey Alfonso. Yusuf ibn Tasufin dividió su ejército en tres divisiones: la primera la dirigía Abbad III al-Mu’tamid y era la más numerosa; la segunda estaba al mando del mismo Yusuf y la tercera división eran guerreros negros africanos con espadas indias y largas jabalinas.

Es sin duda, un momento clave en la historia de la Reconquista cristiana de la península ibérica.

Un año antes, Alfonso VI había tomado Toledo, lo que alarmó a los reyes de algunas taifas de la península ibérica, quienes solicitaron la ayuda militar de Yusuf ibn Tasufin. Desembarcó en Algeciras al mando de un ejército de musulmanes (los almorávides) con el que se dirigió hacia el norte. El monarca leonés, apoyado por el rey de Aragón, salió a su encuentro, que tuvo lugar en Sagrajas, cerca de Badajoz. Tras un primer empuje de las fuerzas leonesas y castellanas mandadas por Álvar Fáñez, los senegaleses de Yusuf destrozaron el ejército cristiano. Alfonso VI salvó la vida con la huida.

La historiografía moderna considera exageradas cifras de 60 000 combatientes para esta época. Las estimaciones de Bernard F. Reilly hablan de un ejército cristiano compuesto por 2500 hombres aproximadamente, de los que 750 corresponderían a la caballería pesada (las tropas de élite de los reinos cristianos, compuestas por nobles y acaudilladas por grandes magnates), otros 750 jinetes de caballería ligera y unos mil infantes de toda condición. Por su parte, el ejército de Yusuf contaría con unos 7500 soldados, la mayoría de infantería y caballería ligera.

Yusuf ibn Tasufin cruzó Andalucía con su ejército y marchó al norte de al-Ándalus hasta llegar a az-Zallaqah. Los dos líderes intercambiaron mensajes antes de la batalla: Yusuf ibn Tasufin ofreció tres posibilidades al enemigo: convertirse al Islam, pagar tributo (jizyah) o luchar. Alfonso VI decidió luchar contra los almorávides.

La Batalla

La primera división, la dirigida por Abbad III al-Mu’tamid, luchó sola contra Alfonso VI hasta entrada la tarde, y después se unieron a ellos Yusuf ibn Tasufin y su segunda división, para rodear las tropas de Alfonso VI. Las tropas castellano-leonesas comenzaron a perder terreno. Entonces Yusuf ordenó a la tercera división atacar y terminar la batalla. Según los relatos de la época, las bajas en el ejército de Alfonso fueron considerables, la mitad del ejército según Reilly. Alfonso VI, por su parte, sobrevivió a la batalla, pero fue herido en una pierna.

El rey y la mayoría de los nobles sobrevivieron, si bien algunos cayeron en el combate, incluyendo a los condes Rodrigo Muñoz y Vela Ovéquez. También hubo importantes bajas en el otro bando, especialmente para las huestes al mando de Dawud ibn Aysa, cuyo campo incluso fue saqueado en las primeras horas de la batalla, y por el rey taifa de Badajoz, al-Mutawakkil ibn al-Aftas. El rey taifa de Sevilla, al-Mu’tamid, fue herido en el primer encuentro, pero mantuvo unidas a las fuerzas de al-Ándalus en los momentos más difíciles de la carga cristiana, dirigida por Álvar Fáñez. Entre los muertos se encontraba un imán de Córdoba muy popular, Abu-l-Abbas Ahmad ibn Rumayla. Se dice que Yusuf por su parte se vio muy afectado por la carnicería.

Yusuf tuvo que volver prematuramente a África, por la muerte de su heredero, por lo que Alfonso VI no perdió mucho territorio, a pesar de la aniquilación de la mayor parte de su ejército.

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