Artículos Corona de Castilla Cultura Hispanidad Historia Siglo XIX El idioma actual tagalo de Filipinas y el Castellano 14 minuto leer 4 730 Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en Linkedin El idioma castellano comenzó a predominar sobre las muchas lenguas nativas de Filipinas a partir de 1565, fecha en que la expedición de Miguel López de Legazpi y Andrés de Urdaneta, procedente de la Nueva España (hoy México), llega a Cebú y funda el primer asentamiento castellano en el archipiélago. Al principio, el aprendizaje del castellano era opcional, no obligatorio. Como en algunos lugares de América, los misioneros predicaron el catolicismo a los nativos en lenguas locales. En 1593 se fundó la primera imprenta local. En 1595 se establece la primera institución académica del país, el Colegio de San Ildefonso, fundado por los jesuitas en Cebú y que más tarde se convertiría en la Universidad de San Carlos. En Manila se funda la Universidad de Santo Tomás por los dominicos en 1611. Ambas universidades se disputan el reconocimiento de universidad más antigua de Asia. En 1863, la reina Isabel II de España decreta la creación de un sistema escolar público en todos los territorios castellanos. Esto da lugar a la creación de escuelas públicas con enseñanza en castellano en la mayoría de pueblos y ciudades de Filipinas. A principios del siglo XX, el castellano se mantiene como la lengua franca del país y el idioma de la educación, prensa, comercio, política y justicia. En Manila, el castellano se había generalizado hasta estimarse alrededor del 50 % la población de la capital con capacidad para comunicarse en castellano a finales del siglo XIX. En 1898, se calcula que alrededor del 15 o 20 % de la población del archipiélago sabría hablar castellano. Unos años antes el porcentaje sería bastante menor, siendo en 1870 en torno al 2 o 3 % según datos del estadista Agustín de la Cavada y Méndez de Vigo. Incluso después de la ocupación norteamericana y la introducción del inglés como lengua de instrucción en colegios públicos, y a pesar de la muerte de un 15 % de toda la población filipina en la Guerra Filipino-estadounidense, la gran mayoría de ellos instruidos subversivos y antiguos militares – y, por tanto, seguramente en su mayoría capaces de hablar en castellano – sigue predominando en las principales ciudades como vehículo principal de comunicación entre filipinos, hasta por lo menos, la segunda década del siglo XX, cuando se prohíbe la educación en otra lengua que no sea inglés. El idioma oficial de todos los tribunales y sus registros será el castellano hasta el 1 de enero de 1913. Después de esa fecha, el inglés será el idioma oficial, pero en asuntos judiciales se podrá utilizar el idioma castellano, disponiéndose de intérpretes y en los casos en que todas las partes o abogados lo estipulen por escrito, las actuaciones se llevarán a cabo en castellano. Los argumentos eran claros: “… No se afirma la superioridad del idioma inglés a través de otros que poseen la Literatura y la Historia, con la excepción, tal vez, que cada vez es tan rápido que el lenguaje de los negocios del mundo, sobre todo en el Lejano Oriente, que los países líderes en el esfuerzo comercial y científico tienen casi universalmente hecho su estudio una parte de su sistema de escuelas públicas. Es el único lenguaje que era posible enseñar general en todo el Archipiélago. Desgraciadamente, la política de la soberanía anterior aquí no permitía la enseñanza general de la lengua castellanoa, por lo que era conocido por los comparativamente pocos. Puesto que la capacidad de utilizar un lenguaje común es uno de los elementos esenciales para la realización de las aspiraciones políticas del pueblo filipino, es importante ver hasta qué punto hemos avanzado en esta dirección…” Message of the Governor-General to the Third Philippine Legislature. El 31 de diciembre de 1916 se crea el Boletín Oficial (Official Gazette) que se publicará semanalmente y por separado, tanto en los idiomas castellano e inglés. El predominio del castellano sobre el inglés se prolonga en un constante declive hasta aproximadamente el final de la Segunda Guerra Mundial. A partir de entonces, con ya dos generaciones educadas en inglés, el castellano pierde relevancia. Además, la destrucción del barrio de Intramuros y La Ermita por la aviación norteamericana durante la Batalla de Manila acaba con el principal núcleo de cultura hispánica y lengua castellanoa de Filipinas (unos 300.000 hispanohablantes tan sólo en Intramuros). Aunque haya algunas excepciones familiares y personales, se suele considerar a la generación nacida en la posguerra mundial (hasta 1950 aproximadamente) la última generación hispanoparlante, momento en el cual, tras la masacre de la fallida guerra de independencia, la represión lingüística y los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, la sociedad hispanohablante se considera diluida y no vuelve a haber relevo generacional hispanohablante. Actualmente, los filipinos hispanoparlantes plenamente competentes, al menos a nivel oral, no son monolingües de castellano y sólo en casos excepcionales tienen una edad inferior a los 55 años, por la no continuidad del relevo generacional en el uso del idioma. Hay aproximadamente 8.000 raíces castellanoas en tagalo, y alrededor de 6.000 raíces castellanoas en lenguas bisayas y otros dialectos filipinos. El sistema numérico en castellano, el calendario, el tiempo, etc., siguen siendo usados con leves modificaciones. Miles de palabras castellanoas se han preservado en tagalo y otras lenguas locales, tales como: bapór (‘vapor’, barco), baka, (‘vaca’), kastilà se utilizaba para referirse a los castellanoes (castellanos) y a su idioma. kuwarta (‘cuarta’), pera (‘perra’ o ‘monedas’), relós (‘reloj’, originalmente con el sonido francés de la j), sabón, ‘jabón’ (la j se pronunciaba como el francés je), baraha (‘baraja’, baraja de naipes), lamesa/mesa (‘mesa’), kaldereta (‘caldereta’, guiso de carne), tinidór (‘tenedor’), silya (‘silla’), baso (‘vaso’), bangkito (‘banqueta’ silla pequeña), El chabacano, también llamado zamboangueño (en la ciudad de Zamboanga) o chavacano, es una lengua criolla lexificada por el castellano de las Filipinas. El chabacano se concentraba en varias zonas muy concretas, de las que únicamente se mantiene con vitalidad en la ciudad de Zamboanga. Otras zonas donde se habló chabacano incluyen Isabela (Basilán) y partes de Dávao, en el sur, y en la isla norteña de Luzón, Ternate y otras partes de la Provincia de Cavite. A principios del siglo XVII el impresor tagalo Tomás Pinpin emprendió la tarea de escribir un libro en tagalo con caracteres latinos a fin de enseñar el castellano a los tagalos. Su libro, publicado por la prensa dominica donde él trabajaba, apareció en 1610, el mismo año en que el Padre Blancas de San José publicaba la primera Gramática del tagalo. El texto de Pinpin, por su parte, utilizaba el tagalo para disertar sobre el castellano. Con el libro, Pinpin fue el primer filipino nativo en ser escritor y publicista. Como tal, resulta instructivo cuando explica el interés que le animaba a traducir del tagalo a principios de la época virreinal. Pinpin elabora su traducción más bien eludiendo que no rechazando las normas de acentuación del idioma castellano. 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