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La Batalla de Clavijo

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La batalla de Clavijo es una batalla dirigida por el rey Ramiro I de Asturias y capitaneada por el Conde de Castilla Sancho Fernández de Tejada contra los musulmanes. Se habría producido en el denominado Campo de la Matanza, en las cercanías de Clavijo, La Rioja (España), fechada el 23 de mayo del año 844. Sus características míticas (la intervención milagrosa del apóstol Santiago), su condición de justificación del Voto de Santiago, y la revisión que desde el siglo XVIII supuso la crítica historiográfica de Juan Francisco Masdeu, la han hecho ser considerada en la actualidad una batalla legendaria, cuya inclusión en las crónicas se debería al arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada.

Lo que sabemos, por la Crónica Najerense, es de campañas de Ramiro contra los árabes, mientras que las crónicas de Abderramán II hablan de campañas moras en la castellana región de Álava, pero unas y otras coinciden en las fuertes luchas en el área riojana. Más concretamente, las fuentes asturleonesas cuentan que Ordoño I, el hijo de Ramiro I, cercó la ciudad de Albelda y estableció su base en el monte Laturce, es decir, el mismo lugar donde la leyenda sitúa la batalla de Clavijo. Y los hallazgos arqueológicos no dejan lugar a dudas: la noticia de la batalla de Clavijo, no apareció en ninguna fuente hasta siglos después de su supuesta fecha. También es la referencia histórica que Enrique IV y posteriormente el resto de monarcas han empleado para la creación y confirmación de privilegios al Antiguo e Ilustre Solar de Tejada, único señorío que se ha mantenido desde entonces hasta la actualidad.

Muchos debieron ser los méritos de Sancho, ya que en la Historia antigua de España casi no hay ningún acontecimiento que se magnifique tanto y tenga tanta trascendencia como la Batalla de Clavijo y en ella tiene un papel muy destacado, según las palabras de su propio Rey.

La batalla tendría su origen en la negativa de Ramiro I de Asturias a seguir pagando tributos a los emires árabes, con especial incidencia en el tributo de las cien Doncellas. Por ello las tropas cristianas de Ramiro I, capitaneadas por Sancho, irían en busca de los musulmanes, con Abderramán II al mando, pero al llegar a Nájera y Albelda se verían rodeados por un numeroso ejército árabe formado por tropas de la península y por levas provenientes de la zona que correspondería actualmente con Marruecos, teniendo los cristianos que refugiarse en el castillo de Clavijo en Monte Laturce.

Las crónicas cuentan que Ramiro I tuvo un sueño en el que aparecía el Apóstol Santiago, asegurando su presencia en la batalla, seguida de la victoria. De acuerdo con aquella leyenda, al día siguiente, el 23 de mayo del año 844, los ejércitos de Ramiro I, animados por la presencia del Apóstol montado en un corcel blanco y capitaneados por Sancho, se enfrentaron al ejército árabe. Sancho, sus Trece Hijos, sus caballeros castellanos y los hombres del Rey Ramiro obtienen una victoria enorme que libera a los Cristianos de pagar el ignominioso tributo de las cien doncellas “cincuenta nobles para tratar casamiento con ellas y las otras cincuenta para mancebas”.

El Rey le da por nombre “el de Tejada”, en recuerdo de la rama de un Tejo que utilizó como arma cuando se rompió su lanza en el combate y que blandía valientemente arengando a sus tropas en un último esfuerzo.

Voto de Santiago

El día 25 de mayo en la ciudad de Calahorra (el año no se especifica) Ramiro habrá dictado el voto de Santiago, comprometiendo a todos los cristianos de la Península a peregrinar a Santiago de Compostela portando ofrendas como agradecimiento al Apóstol por su también supuesta intervención e imponiendo un impuesto obligatorio a la Iglesia.​

Con este suceso, el Apóstol se convirtió en símbolo del combate contra el islam, y se le reconoció desde entonces como Santiago Matamoros.

Leyenda

La primera crónica que cita esta legendaria aparición fue narrada (hacia 1243) por Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo.

Tras la Batalla

El Rey Ramiro quiso honrar a Sancho por su gesta mediante una serie de privilegios:
  • Le nombró Alcaide de los fuertes de Viguera y Clavijo, que junto a la inmensa fortaleza natural de los Cameros, permitió en los valles y llanuras de la Rioja vivir en paz y prosperar.
  • Le hizo señor de los Montes Cadines (que son hoy los de Tejada). En estos montes edificó su casa, la entonces llamada Casa Cadina, ahora convertida en casa Tejada.
  • Le concedió la nobleza transmisible por línea de varón y de mujer a toda su descendencia. Sus descendientes —“señoras y señores hijosdalgo diviseros”— se inscriben en los registros de los Solares de Tejada y Valdeosera, considerados como corporaciones nobiliarias de las más antiguas de España, pues su documentación histórica comprobada se remonta a 1460. En ella hombres y mujeres son iguales y libres. Son dueños y Señores de sus tierras hasta el fin de los tiempos, el Rey, así lo reconoce y respalda. Además les concede un símbolo, un escudo, que representa esta Historia para que no se olvide y sirva de ejemplo permanente. Buena prueba de ello es su confirmación y reconocimiento por todos los Reyes de España y Jefes de Estado que se han sucedido hasta la actualidad, superando incluso momentos históricos de profunda persecución contra estas distinciones nobiliarias y de ahí logrando mantener su naturaleza jurídica y que no resultaran afectados sus Privilegios y distinciones ni por las Leyes Desvinculadoras ni las Disposiciones de uno y otro Gobierno.
  • Encomendó a Sancho y sus hijos mantener libres, seguros y transitables los caminos —también a Santiago de Compostela—, fundando la primera Orden de sus caballeros, tal y como se recoge en la Carta de Confirmación de Privilegios, Gracias y Mercedes otorgada por los Reyes Católicos al Solar de Tejada, firmada el 8 de julio de 1491 en la Vega de Granada.

Más en adelante, Sancho consigue arrebatar a los moros todas las tierras hasta el Reino de Aragón y las puso a los pies de su Rey y Señor, quién en gratificación de sus servicios le dio una villa en tierra de León. El católico Rey le dio otra montaña llamada Valdeosera, llamada así por los muchos osos que allí había. En esta montaña edificó trece casas, y a ellas envió a los Doce Caballeros y a su hijo menor llamado Sancho, como el padre. De esta forma hizo a los doce Caballeros y a su hijo Sancho Señores de ella.

El general Sancho se quedó en el Solar de Tejada junto a cinco de sus hijos, llamados: Fernando, Mateo, Martín, Andrés, Lope, Pedro y Gonzalo. Los cinco hijos restantes los envió a la villa de León, consiguió así acomodar a sus trece hijos.

El señorío de Tejada siguió ejerciendo eficientemente la labor de protección de los caminos encomendada por el rey Ramiro. Cien años más tarde Gotescalco, Obispo de Puy, recorre esta ruta, se desplaza a Clavijo y se detiene en el Monasterio de San Martín de Albelda, -lugar donde entonces ya reposan los restos de la esposa de Sancho, Doña María, protectora, junto a su marido Don Sancho, del Monasterio, como también lo fueron del de San Millan. Encarga una copia del libro de San Ildefonso de Toledo sobre la Virginidad de Maria, el Códice Albeldense de Gomesano, que recoge un año más tarde a su vuelta de Santiago de Compostela. Los hombres de Tejada protegieron su peregrinar.

 

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