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Las Espadas Legendarias del Cid Campeador

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EL CABALLERO Y HÉROE DE LA RECONQUISTA RODRIGO DÍAZ NACIÓ EN VIVAR DEL CID, BURGOS, SUPUESTAMENTE EN TORNO A 1048 Y MURIÓ EN LA CIUDAD DE VALENCIA EN EL AÑO 1099, FUE UN CABALLERO CASTELLANO QUE LLEGÓ A DOMINAR AL FRENTE DE SU PROPIA MESNADA EL LEVANTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA A FINALES DEL SIGLO XI DE FORMA AUTÓNOMA RESPECTO DE LA AUTORIDAD DE REY ALGUNO. CONSIGUIÓ CONQUISTAR VALENCIA Y ESTABLECIÓ EN ESTA CIUDAD UN SEÑORÍO INDEPENDIENTE DESDE EL 17 DE JUNIO DE 1094 HASTA SU MUERTE; SU ESPOSA JIMENA DÍAZ LO HEREDÓ Y MANTUVO HASTA 1102, CUANDO PASÓ DE NUEVO A DOMINIO MUSULMÁN.

LA TIZONA Y LA COLADA

El Cantar de Mio Cid es un cantar de gesta anónimo que relata hazañas heroicas inspiradas libremente en los últimos años de la vida del caballero castellano Rodrigo Díaz el Campeador. La versión conservada fue compuesta, según la mayoría de la crítica actual, alrededor del año 1200 y se trata de la primera obra narrativa extensa de la literatura castellana y el único cantar épico de la misma conservado casi completo. solo se han perdido la primera hoja del original y otras dos en el interior del códice, aunque el contenido de las lagunas existentes puede ser deducido de las prosificaciones cronísticas, en especial de la Crónica de veinte reyes. Además del Cantar de Mio Cid, los otros tres textos de su género que han perdurado son: las Mocedades de Rodrigo —circa 1360—, con 1700 versos; el Cantar de Roncesvalles —ca. 1270—, un fragmento de unos 100 versos; y una corta inscripción de un templo románico, conocida como Epitafio épico del Cid —¿ca. 1400?—. Este poema consta de 3735 versos de extensión variable, aunque predominan los de catorce a dieciséis sílabas métricas, divididos en dos hemistiquios separados por cesura. La longitud de cada hemistiquio es normalmente de tres a once sílabas, y se considera unidad mínima de la prosodia del Cantar. Sus versos no se agrupan en estrofas, sino en tiradas; cada una es una serie sin número fijo de versos con una sola y misma rima asonante.

SE TRATA DE UNA FIGURA HISTÓRICA Y LEGENDARIA DE LA RECONQUISTA, CUYA VIDA INSPIRÓ EL MÁS IMPORTANTE CANTAR DE GESTA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA, EL CANTAR DE MIO CID. HA PASADO A LA POSTERIDAD COMO «EL CAMPEADOR» (‘EXPERTO EN BATALLAS CAMPALES’) O «EL CID» (DEL ÁRABE DIALECTAL SIDI, ‘SEÑOR’).

 

La Tizona 

La Tizona o Tizón es junto con la Colada las espadas que según la tradición o la literatura se atribuyen al Cid Campeador. Según el Cantar de Mio Cid (compuesto hacia 1200) la Tizón (su nombre hasta el siglo XIV) esta fantástica espada pertenecía al rey Búcar de Marruecos y el Cid se la ganó en Valencia. Al igual que sucede con la otra espada que el Cantar de mio Cid y la tradición posterior atribuye al Cid, la Colada, los expertos más anticastellanistas afirman que no existe ninguna prueba histórica de que existiera una espada llamada Tizón o Tizona que perteneciera a Rodrigo Díaz. Más tarde hubo una común opinión que identificaba la espada de Jaime I de Aragón el Conquistador, llamada Tisó, con la que se atribuye en el cantar de gesta al héroe castellano, pero se trata de otra creencia legendaria, pues en el Llibre dels fets (autobiografía del rey aragonés), donde se comentan con detalle aspectos de la Tisó, no se habla del origen cidiano de ninguna manera, por lo que lo más probable es que se trate de una coincidencia en el nombre de la espada. Además, la Tisó de los reyes de Aragón procedía de Ramón Berenguer I, que poseía esta espada hacia 1020. Esto hace difícil que la espada pasara de los condes de Barcelona al Cid y luego volviera a poder de la Casa de Aragón, y es más lógico pensar que la Tisó siempre perteneció a esta Casa. Hay otras varias Tizonas a las que se les ha atribuido ser la del Cid. Una de ellas figuraba en el inventario de los tesoros de la cámara regia de Castilla que fueron enajenados por Álvaro de Luna, recuperados en 1452 y localizados en un inventario de 1503 en el alcázar de Segovia. En dicho inventario se describía «una espada que se dize Tizona, que fue del Cid; tiene una canal por medio de amas partes, con unas letras doradas; tiene el puño e la cruz e la mançana de plata, e en ella castillos e leones de bulto [=’en relieve’], e un leoncico dorado de cada parte de la cruz en medio; e tiene una vaina de cuero colorado, forrada de terciopelo verde». Esta espada era ceremonial, por los detalles de su guarnición (que reflejan la heráldica castellana) y pertenecería a algún miembro de la realeza de Castilla o de su familia; tras esta mención no hay más noticias, aunque se piensa que la hoja de espada con número de inventario G. 180 de la Real Armería de Madrid pudiera pertenecer a la espada descrita en 1503. Otra presunta Tizona estuvo en poder de los marqueses de Falces, a quienes llegaría entregada en custodia por Fernando II de Aragón el Católico, más específicamente a la familia Velluti. Se conservaba desde por lo menos el siglo XVII en el Castillo palacio de Marcilla.
Es esta la espada que se depositó en el Museo del Ejército de Madrid, aunque actualmente se expone en el Museo de Burgos, junto con otras objetos presuntamente vinculados al Cid. Es un arma de 1,153 kg. Su hoja tiene 933 mm de longitud en total (con filo 785 mm) y 43 mm de ancho máximo. La acanaladura del centro mide 336 mm. En este canal está grabada la leyenda «IO SOI TISONA FUE FECHA EN LA ERA DE MILE QUARENTA»

«Yo soy Tizona. Fue hecha en la era de 1040 (año 1002)») por una de las caras y por la otra «AVE MARIA GRATIA PLENA DOMINUS MECUM».

Su guarnición tiene el pomo plano, el puño largo y cónico, forrado de alambre de hierro, el arriaz es curvo y las patillas tienen pitones. Todo ello responde a una tipología que data de fines del siglo XV. La inscripción es claramente falsa; por ejemplo, la palabra Tizona se difunde solo a partir del siglo XIV, frente a Tizón, que es el término con que se la nombra en las fuentes más antiguas. Menéndez Pidal considera que esta espada es una falsificación del siglo XVI. Otros autores, como Bruhn, postularon que la hoja puede ser la de la también apócrifa Colada que se describe en el mismo inventario de 1503. Las recientes investigaciones de la Universidad Complutense de Madrid, publicadas en 2001, señalan que la hoja es del siglo XI; sin embargo el Conservador de la Real Armería Álvaro Soler del Campo indica que la hoja está formada por tres piezas soldadas y que su tipología es la misma que la de la empuñadura, guarnición y el epígrafe, que son de época de los Reyes Católicos. Todo indica, por lo tanto, que pese a lo dicho por la Universidad Complutense, se trata de una falsificación de época bastante posterior, aunque se pudieron utilizar fragmentos de hoja de espada del siglo XI para componerla.4El rey Fernando el Católico le entregó la espada al Condestable mosén Pierres de Peralta (Pedro de Peralta y Ezpeleta), primer Conde de Santisteban de Lerín, Barón de Marcilla y abuelo del primer marqués de Falces, por los servicios prestados por este en las negociaciones que permitieron su matrimonio con Isabel de Castilla. Esta espada permaneció hasta el siglo XX custodiada por los marqueses de Falces en el castillo palacio de Marcilla. Se describe la espada así:

«Con empuñadura de hierro totalmente negro, hoja de dos filos, delgada, tersa, y flexible».

La primera referencia a la Tizona aparece en el Cantar de mio Cid, donde se la llama Tizón. Este nombre, según el Tesoro de la lengua castellana o española de 1611, proviene del latín titio, un sinónimo de ‘brasa, leño ardiente’.

En el antiguo poema de ficción Cantar de Mio Cid, la Tizona tiene personalidad propia, ya que su fuerza varía según el brazo que la esgrime, aterrorizando a los adversarios indignos.

Mientras la Tizona está en posesión de los infantes de Carrión, estos desdeñan su fuerza. Tras la afrenta de Corpes, el Cid recupera sus espadas y entrega la Tizona a Pedro Bermúdez para su duelo con el infante Ferrán González. Este se declara vencido antes del combate a espada, atemorizado al ver a Pedro Bermúdez desenvainar la Tizona:Él dexó la lança, e mano al espada metió;cuando lo vio Ferrán Gonçález, conuvo [reconoció] a Tizón,antes qu’el colpe esperasse dixo: —¡Vençudo só!—Cantar de mio Cid, versos 3642–3645. Edición de Montaner Frutos (2011:213-214).

Tras la afrenta de Corpes, siempre según el Cantar, Ruy Díaz de Vivar les exigió la devolución de todos sus regalos y entregó entonces la espada a Martín Antolínez, uno de sus caballeros:

—Martín Antolínez, mio vassallo de pro,prended a Colada, ganéla de buen señor,del conde Remont Verenguel, de Barcilona la mayor;por esso vos la dó, que la bien curiedes vós.Cantar de mio Cid, versos 3193-3196 (Montaner Frutos, 2011:191).

La Leyenda de la Colada 

La Colada es la segunda espada legendaria. La atribución al Cid de la espada Colada pudo ser, por tanto, una invención del Cantar de mio Cid, donde se cuenta que fue ganada como botín de guerra a un «Remont Verenguel», conde de Barcelona, y que regaló esta espada (junto a la Tizona) a sus yernos los infantes de Carrión, que son personajes asimismo completamente ficticios.

Vencido á esta batalla el que en buen ora nasco,al conde don Remont a presón le á tomado.Ý gañó a Colada, que más vale de mill marcos de plata,ý benció esta batalla, por o ondró su barba.Cantar de mio Cid, versos 1008-1011 (Montaner Frutos, 2011:63).

Según Sebastián de Covarrubias, Colada vendría de ser una espada hecha de acero colado, si bien no está claro qué significado puede tener acero colado, para Covarrubias y cómo se aplicaría esto a la tecnología de la Edad Media y al igual que la Tizona, en el Cantar de mio Cid la espada atemoriza a los oponentes indignos si es esgrimida por un guerrero valeroso. Así lo vemos en esta obra cuando Martín Antolínez (quien la recibe como regalo del Cid) blande la Colada en su duelo con el infante Diego González.

Martín Antolínez e Dia Gonçález firiéronse de las lanças,tales fueron los colpes que les quebraron amas Martín Antolínez mano metió al espada(relumbra tod el campo, tanto es linpia e clara),diol’ un colpe, de traviesso·l’ tomava,el casco de somo apart ge lo echava,las moncluras del yelmo todas ge las cortava,allá levó el almófar, fata la cofia llegava,la cofia e el almófar todo ge lo levava,ráxol’ los pelos de la cabeça, bien a la carne llegava,lo uno cayó en el campo e lo ál suso fincava.Cuando este colpe á ferido Colada la preciada,vio Diego Gonçález que no escaparié con el alma.Bolvió la rienda al cavallo por tornarse de cara;essora Martín Antolínez reçibiól’ con el espada,Un colpe·l’ dio de llano, con lo agudo no·l’ tomava.Dia Gonçález espada tiene en mano, mas no la ensayava,esora el ifante tan grandes vozes dava:—¡Valme, Dios, glorioso señor, e cúriam’ d’este espada!—Cantar de mio Cid, versos 3646–3665 (Montaner Frutos, 2011:214-215).

 

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