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Merindad de Trasmiera y la Cruz de Somarriba

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Históricamente la Cruz de Somarriba, situada en la localidad del mismo nombre, ha señalado el límite occidental de Trasmiera para dar paso al territorio de las Asturias de Santillana. Este hito es considerado por tanto la divisoria entre la Cantabria oriental (que comienza en Trasmiera) y la Cantabria occidental.

Trasmiera aparece citada en la crónica de Alfonso III, escrita en el siglo IX, y vinculada al condado de Castilla en la centuria siguiente.​ A partir del siglo XIII se estableció por orden real esta demarcación como entidad administrativa. A finales del Siglo XIV, se desarrollan en Trasmiera numerosos episodios de la guerra de bandos entre giles (de Solórzano) apoyados por los Velasco, y los Negretes (de Agüero)  como intento de restablecer el señorío de los linajes en Cantabria.

El rey estaba representado por un merino que en un principio fue una persona de la familia burgalesa de los Lara. Pasados los años los administradores o merinos fueron elegidos en las familias autóctonas de la comarca.

Regida por sus concejos de hombres de behetría, lograría en el siglo XIV liberarse del impuesto de la alcabala. Los Reyes Católicos ayudaron a la consolidación de su estructura interna en Juntas; Cudeyo, Ribamontán, Siete Villas, Cesto y Voto, a las que se agregaron, mediante carta de hermandad, las villas de Santoña y Escalante, así como el lugar de Argoños, en 1579. Cada junta construyó su casa de audiencia y cárcel, mientras las juntas generales de Merindad se celebraban en Hoz de Anero, siendo esta la capital de la merindad.

Hasta la conformación de los ayuntamientos constitucionales, en 1834, gozó de considerables franquicias fiscales, un alto grado de autogobierno y exenciones militares en aras de la autodefensa (Trasmiera se guarda a sí misma).​ La unidad geográfica y administrativa le ha permitido la conservación de muchas de sus costumbres tradicionales.

La Cruz de Somarriba

La Cruz de Somarriba es de un claro estilo barroco aunque en ningún lugar consta fecha de su construcción.

La Cruz de Somarriba marca el límite occidental de Trasmiera y el inicio de las tierras de las Asturias de Santillana; es decir marca la división entre Cantabria oriental y Cantabria occidental.

Este monumento encierra una leyenda que lo hace más resaltante. La leyenda cuenta  que El Rey, como agradecimiento, le concedería a don Juan de Agüero, el privilegio de hacer noble a toda aquella tierra que pudiera recorrer en un solo día, de sol a sol, a lomos de su caballo.

Don Juan partió de Agüero en su caballo y anduvo  cabalgando rápidamente hasta la entrada del pueblo de Pámanes, hasta donde se encuentra la Cruz del Avellano (actualmente), entre San Vitores y Pámanes. Justo ahí, su caballo agotado se tumbo sin poder andar más y murió.

Los habitantes del pueblo vecino a donde el caballo había caído para verse beneficiados del regalo que se le hacía a Don Juan decidieron arrastrar al caballo hasta donde hoy se halla la Cruz de Somarriba consiguiendo así que su pueblo sea el limite concedido por el Rey. A partir de ese acontecimiento a los lugareños de esta zona se les llamarían “los arrastrados” y nacería el siguiente dicho popular: “Los de Pámanes trasmeranos de los arrastraos, los emboronaos de los de tercia y puñao.”

Un hecho que se relaciona con la leyenda es la exención del impuesto de alcabalas a Trasmiera lograda por Pedro González de Agüero en el siglo XIV.

Don José María de Pereda, escritor realista y costumbrista cántabro, en su obra Escritos de Juventud dentro del relato corto titulado La Cruz de Pámanes hace mención a la Cruz de Somarriba en un relato fechado en 1859.

Ponemos en su conocimiento un breve extracto de dicho relato:  ” La atención de Pámanes, pues, directamente estaba fija en sus panojas, en sus ganados, en sus patatas y en su Cruz; porque sin Cruz no se concibe a Pámanes, como no se concibe a Roma sin Capitolio, a la China sin su muralla, a Rodas sin su Coloso, a España sin arrogancia, a El Escorial sin monasterio y a Cayetano sin suscriptores. La Cruz de Pámanes, tal cual hoy es, de tosca piedra, ennegrecida por los rigores de la intemperie, tiene una historia llena de interesantes episodios que se pierden entre el polvo de los más añejos pergaminos del tiempo del feudalismo.”

 

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